lunes, diciembre 10, 2007

EL CONTRAPESO DEMOCRÁTICO



Con el resultado del referendo del pasado Domingo 2 de Diciembre, entramos en otro estadio de la polarización en Venezuela. Sólo que esta vez, la polarización expresa una nueva correlación de fuerzas en el país. El bloque del NO se yergue victorioso de manera inobjetable, en un esfuerzo popular, mancomunado e incluyente que significó la reivindicación de los valores democráticos del país. El bloque oficialista del SÍ, una vez derrotado -pese a las enormes ventajas institucionales y financieras que disfrutó- parece entrar ahora en un momento de crisis estratégica y desorientación táctica. En realidad, la autoestima de la revolución sufrió un duro revés al descubrir el inédito país que emergía de manera inexorable del conteo de votos.

La derrota revolucionaria

El pasado Domingo, el Presidente Chávez no tenía alternativa; sino reconocer el resultado que ofreció el referendo sobre la propuesta de reforma constitucional. No haberlo hecho significaba simplemente colocarse al margen de la institucionalidad. En tal sentido, no podría esperarse otra conducta del Jefe de Estado venezolano. Las declaraciones posteriores tienen como base la resaca producida por la desaprobación popular del proyecto revolucionario que pretendía instaurar en Venezuela un Estado socialista, alrededor de un liderazgo perpetuo y un pensamiento único.

El 2-D significó en términos electorales una verdadera debacle. Tres millones de “votos duros” migraron del apoyo presidencial en un año. Y, recuperarlos no va a ser una tarea fácil. Mucho más si, el gobierno insiste en utilizar a la amenaza, la descalificación, el insulto, o retaliación política como elementos persuasivos. Por otra parte, la población comienza a sentirse defraudada –o ¿quizás engañada?- por una revolución que después de nueve años ofrece como resultados más relevantes altos niveles de inseguridad pública, carestía y desabastecimiento, crecientes de denuncias de privilegios y corrupción en la esfera pública y el efecto pernicioso de unos programas de “redistribución clientelista” del ingreso fiscal.

Por lo demás, no coincido con la afirmación de que hubo un error de cálculo al momento de presentar la propuesta constitucional. El momento era este: i) el Presidente venía de una reciente reelección, ii) el gobierno aún poseía recursos fiscales para financiar sus programas, iii) el oficialismo poseía un amplio dominio propagandístico y comunicacional y, iv) la oposición aparentaba un insuficiente reagrupamiento. No había otra oportunidad que, el año 2007 para la presentación electoral de la reforma. Sólo que esta coyuntura también incluía la probabilidad política de sufrir una derrota. Y justamente, esa posibilidad fue la que terminó imponiéndose limpiamente.

Sí coincido con la opinión de que el pueblo venezolano no está maduro para el socialismo. En realidad, el pueblo venezolano está maduro para vivir en democracia, en paz y en libertad que es otra cosa. Y es que Venezuela, como nación y como pueblo, posee una amplia y sólida cultura democrática que por cierto, ha sido el escollo insalvable para las pretensiones hegemónicas de la revolución.

Otra cosa que vale la pena resaltar fue el fracaso operativo de los motores socialistas. Esta propuesta ideológico-política (y en especial los Motores “Moral y Luces” y “La Explosión del Poder Comunal”) que pretendía dar una visión integral y viabilidad al proceso de construcción del modelo presentado por el oficialismo no funcionó a la luz de los resultados obtenidos.

En resumen, -no me extiendo en un tema ampliamente analizado- la derrota del 2-D se traduce para la revolución en la derrota de su proyecto estratégico: un socialismo autoritario. También avizora el declive de esa élite popular-militarista y, que desde el Estado antepone sus intereses por encima de las aspiraciones de aquellos sectores sociales medios y populares que alguna vez una vez creyeron en su mensaje.
Otros derrotados y vencedores y, el voto

La victoria de los factores democráticos significó también un duro revés para aquellos otros factores ideológico-políticos que centraban su oferta en el desaliento, en las salidas milagrosas, en la abstención o en la violencia. El NO también los alcanzó a ellos, dejándoles un mensaje constructivo, si lo recogen o no, es otra cosa y de su exclusiva responsabilidad. El partido PODEMOS, el Movimiento Estudiantil, la Iglesia Católica (en sus dos versiones) y otros actores individuales provenientes del sector militar y del propio “chavismo” se consolidaron como sujetos activos con peso político específico para nuevas confrontaciones ideológicas, políticas y electorales. Hubo otros vencedores, un tanto más callados; pero vencedores al fin y al cabo. Me refiero a los gobernadores y alcaldes y, en general a toda la redecilla de cargos de elección popular del nivel estadal y local se salvaron de la “tropa de autoridades federales” –y por lo tanto destinadas a dedo- que venía en camino con la reforma constitucional. Pero por encima de todo, la victoria de la oposición rescató la importancia y la verdadera trascendencia del voto, como mecanismo de participación popular e incidencia política.

El surgimiento de un contrapeso democrático

La nueva polarización que se presenta ahora cuenta un sector alternativo emergente que permite balancear democráticamente el ejercicio del gobierno en el país. Y es que, desde 1998 se había producido una peligrosa acumulación de poder en un solo sector político. Esa acumulación de poder impedía el verdadero ejercicio de la democracia participativa y la auténtica inclusión de los ciudadanos y ciudadanos en los asuntos públicos de su interés. En realidad, lo que venía ocurriendo en Venezuela era el progresivo copamiento de los espacios de participación e incidencia pública; es decir, se preparaba la instalación de un sistema de gobierno sin contrapeso alguno.

Ahora la situación cambia sustancialmente. Los resultados electorales demarcan la presencia de una fuerza social y política alternativa que puede regular con éxito –y esto se acaba de demostrar-, las operaciones del sector oficialista. La conformación del sistema político venezolano nos muestra que posee unas “reservas políticas democráticas” con potencialidad de generar alternancia y control social sobre el Estado y el gobierno. Esto sin lugar a dudas, constituye un avance en dirección opuesta al modelo fundamentado en el autoritarismo y en la centralización y la concentración del poder.

El juego político nacional se refresca y se diversifica. Los actores alternativos ganan espacios (PODEMOS, el Movimiento Estudiantil). Por otra parte, se amplían las posibilidades de debate plural y se obliga a cada uno de los sectores en disputa a una sana reflexión autocrítica constante destinada a potenciar sus operaciones en un contexto político definitivamente plural, compartido y competido. Por supuesto, la revolución bolivariana no hace fiestas por ello; pero no le queda más opción que aceptar el nuevo contrapeso democrático que se ha conformado frente a sí.

La articulación de una plataforma de naturaleza popular, social y democrática, y que sea efectivamente alternativa a esta revolución, pasa por el avance de la agenda de las justas reivindicaciones que tienen los distintos sectores que conforman la sociedad venezolana. Y esta es una agenda de vasto alcance. Estas luchas de estricto carácter social deben ser plurales e incluyentes. El otro sentido verdaderamente vital de un contrapeso democrático es proponerse obligar al gobierno de turno a gestionar los asuntos públicos en el marco de la Constitución y el marco legal vigente; y, con apego estricto al respeto de los derechos humanos fundamentales.

La combinación práctica de estos dos elementos será garantía para la restitución de la democracia plena en Venezuela. Una democracia que no se perdió por el esfuerzo de unos y la toma de conciencia de otros. Sin embargo, aún la democracia no se ha ganado. Pero podemos hacerlo para su disfrute responsable y ciudadano. Feliz Navidad y un próspero año nuevo para todos.

martes, diciembre 04, 2007

UNA PRIMERA IMPRESIÓN: NOS SALVAMOS TODOS



La victoria político-electoral obtenida por la oposición el pasado domingo 2 de diciembre tiene una trascendencia de largo alcance. Primero, impidió que se legitimara en Venezuela, una proyecto político fundamentado en el autoritarismo; y en la centralización y la concentración del poder. En segundo lugar, significó también una dura derrota para el uso abusivo y discrecional de los recursos públicos por parte del gobierno que pretendió imponer su propuesta mediante toda suerte de propaganda; y, de un marcado ventajismo institucional. En tercer lugar, rescató la importancia del sufragio, del voto como mecanismo de participación popular e incidencia política. En cuarto lugar, la derrota del oficialismo ofrece un claro mensaje a la comunidad internacional sobre la fortaleza de las “reservas democráticas” que existen en el país.

La victoria del 2-D fue asimismo, un emblema del encuentro y la concertación de la más amplia diversidad de sectores políticos y sociales (incluso identificados con el Presidente Chávez) que salieron al frente a defender la amenazada democracia venezolana. Pero además, se puede agregar que el triunfo popular del pasado domingo 2 de Diciembre, rompió finalmente el mito de la “invencibilidad electoral” del régimen.

Desde el domingo pasado quedó definida una nueva correlación de fuerzas entre los factores deliberantes venezolanos de naturaleza económica, social y política. Los componentes oficialistas están “disminuidos” por el reciente descalabro electoral; por el rechazo de su proyecto socialista de país y, por carecer de un partido político consolidado. En el otro lado, han emergido nuevos factores de incidencia como el movimiento estudiantil y asimismo, se han consolidado otros como los medios de comunicación social independientes y la iglesia. Por último, el reagrupamiento de los partidos democráticos también constituye una buena noticia.

Los voceros del oficialismo tratarán de justificar su derrota. Pero la realidad es muy sencilla: las propuestas de reelección indefinida, de restringir la propiedad privada, y de implantar un Estado socialista fueron vencidas y rechazadas por el pueblo venezolano. Felicidades Venezuela, nos salvamos todos.

sábado, diciembre 01, 2007

EN "LE MONDE": 01-12-2007

La "révolution bolivarienne" n'est pas parvenue à réduire la dépendance à l'égard du pétrole
LE MONDE | 01.12.07 | 14h01


Noublie pas d'apporter du sucre et du lait en poudre", dit Julia Hernandez, avant de raccrocher. Sa fille, étudiante à Bogota, va venir à Caracas pour voter non, dimanche 2 décembre, au référendum sur la réforme constitutionnelle du président Hugo Chavez. A l'aéroport de Maiquetia, qui dessert la capitale vénézuélienne, José fait ses affaires. Aux voyageurs qui débarquent, il offre discrètement 5 000 bolivars pour 1 dollar, alors que le cours officiel est à 2 150 bolivars. José revendra ses dollars 10 % plus cher "à un type qui voyage souvent aux Etats-Unis".
Dopée par l'argent du pétrole et les dépenses publiques, l'économie vénézuélienne continue d'afficher un taux de croissance à faire pâlir ses voisins. Il pourrait dépasser les 9 % fin 2007. Toutefois, les problèmes d'approvisionnement, le marché parallèle de devises et l'inflation - supérieure à 16 %, un record en Amérique latine - reflètent les déséquilibres d'un marché que l'Etat tente de réguler.
"La réforme constitutionnelle, si elle est approuvée, ne fera qu'aggraver la situation", juge l'universitaire José Guerra, promoteur d'un "manifeste des économistes". Les signataires s'inquiètent de "l'économie socialiste" aux contours mal définis que prétend instaurer le nouveau texte, en octroyant de larges pouvoirs à l'exécutif.

L'inquiétude porte sur le moyen terme. Pour le moment, les caisses de l'Etat sont pleines, le secteur de la construction progresse, la consommation explose, le chômage est baisse et la part de l'emploi informel diminue - même s'il concerne encore plus de 40 % des Vénézuéliens. Selon un récent rapport de la Commission économique pour l'Amérique latine (Cepal), la pauvreté a chuté au Venezuela de 31 % au cours des neuf ans du gouvernement Chavez. "Et certains se demandent encore pourquoi Chavez reste populaire", ironise un fonctionnaire de la Cepal.
Cependant, les produits de première nécessité manquent dans les rayons des supermarchés. Le gouvernement incrimine les spéculateurs. Les producteurs et les importateurs accusent, eux, le contrôle des prix et Mercal, le réseau de distribution de produits alimentaires à des prix subventionnés.

"Pour ne pas vendre à perte le sucre aux consommateurs, les producteurs préfèrent le vendre à l'industrie agroalimentaire, qui en fera des bonbons ou des boissons gazeuses, dont le prix n'est pas contrôlé", explique l'universitaire Miguel Gonzalez. L'importation de lait n'est plus rentable pour les opérateurs privés et l'Etat peine à prendre la relève. "Les problèmes d'approvisionnement restent sporadiques, mais ils ont le don d'exaspérer les gens, qui y voient le symbole de l'inefficacité et de la corruption qui règne au sein de l'Etat", note M. Gonzalez.

PASSAGE AU "BOLIVAR FORT"

La réforme agraire annoncée par M. Chavez a semé la panique chez les grands propriétaires terriens, sans réussir à réduire la dépendance alimentaire du Venezuela, qui continue d'importer plus de 70 % de ses besoins. L'augmentation des revenus des milieux populaires s'est traduite par une hausse de la consommation de certains produits, comme la viande et le lait. Inquiètes de l'avenir, les classes moyennes préfèrent consommer des voitures ou des dollars, plutôt qu'épargner dans une monnaie dépréciée.
Le passage au "bolivar fort", le 1er janvier - quand la monnaie nationale perdra trois zéros - ne suffit pas à rassurer. Les investisseurs nationaux et étrangers se montrent pour le moins frileux. "La désindustrialisation du pays est dramatique", souligne José Guerra.

Le gouvernement met en avant l'exceptionnelle croissance du secteur non pétrolier, qui, depuis 2004, progresse plus rapidement que le pétrolier, en déclin relatif. Les chavistes y voient un succès de la "révolution bolivarienne", qui s'est fixé pour objectif de réduire la dépendance pétrolière du pays. Le pétrole représente toujours 27 % du produit intérieur brut, 47 % des recettes de l'Etat et 90 % des exportations.
A en croire Domingo Maza Zavala, qui fut jusqu'à 2006 directeur de la Banque centrale, la contraction du secteur pétrolier hypothèque à terme le développement du pays. Pour financer ses programmes sociaux, le gouvernement puise dans les réserves de l'entreprise publique Petroleos de Venezuela (PDVSA), qui n'a pas retrouvé le niveau de production antérieur à la grève de 2003 et qui ne réalise pas les investissements nécessaires à son maintien.

Faute d'une politique économique et industrielle cohérente, juge M. Maza Zavala, le Venezuela est aujourd'hui "plus vulnérable, plus instable et plus dépendant du pétrole qu'hier".
M. Ds