viernes, febrero 01, 2008

ELECCIONES ESTADALES Y LOCALES, A PRIMERA VISTA

¿Qué duda cabe? Este año será signado por los procesos de elección popular (directa, universal y secreta) de las autoridades públicas de las 23 entidades federales, de la alcaldía metropolitana y, por supuesto de cada uno de los 335 municipios que integran la República Bolivariana de Venezuela. Será una confrontación electoral dura, ¡y quizás a rajatabla!; pero eso no importa, siempre y cuando en el debate predomine la óptica de los derechos ciudadanos; por encima del oportunismo y del simple encono particular y sectario.

Los revolucionarios y las elecciones locales

Por el tono –ora agresivo, ora plañidero- de las declaraciones oficialistas, el balance que aparentemente maneja ese sector sobre el venidero proceso electoral, no es el mejor para sus intereses políticos. De allí que, se argumente la posibilidad de “una guerra”, en el caso de consolidarse un triunfo de los sectores independientes y partidistas que disienten del gobierno.

Esa consigna bélica (la guerra en el 2009) es poco consistente, por la actual debilidad política del gobierno; y, por el repliegue de muchos de sus partidarios luego de la derrota del 2-D. Así mismo, la advertencia presidencial tampoco parece asertiva, porque los venezolanos más bien aspiran a vivir en paz; y no peleándose entre sí.

Por otra parte, el pregón de que luego de una eventual victoria de la oposición en estos comicios, se emprendería una estrategia contra el Presidente Chávez; nos suena más a un ego político lastimado que, a un análisis estratégico del tema electoral. ¿Y qué sentido tiene ir por el Presidente Chávez; si aún hay otros objetivos y espacios más relevantes por conquistar?

Más realistas y relativamente eficaces pudieran ser otras “jugadas tácticas”, que aún se encuentran al alcance de la revolución. Por ejemplo, la separación de las elecciones de Gobernadores y Consejos Legislativos Estadales de la elección de los alcaldes, es una de ellas. De esta forma, el gobierno podría manipular con mayor flexibilidad y eficiencia la coyuntura comicial al “reducir la complejidad del reto” que enfrenta. De la misma manera, esta separación de las elecciones facilitaría la reducción de tensiones y los procesos de negociación interna de las fuerzas políticas por el tema de las candidaturas.

Desde un enfoque institucional, es natural que los alcaldes sean electos a la par de sus componentes legislativos; es decir, una posposición de las elecciones de los alcaldes hacia el año 2009, no luce descabellada desde un punto de vista técnico e institucional. Además, esta situación les otorgaría un año más de gestión a las autoridades locales vigentes. Y ojo, quizás esta propuesta no desagrade del todo, a muchos de los alcaldes en ejercicio.

Otra opción oficialista –ésta un tanto más desesperada-, la representaría la “inhabilitación política selectiva” de aquellos rivales electorales de mayor trascendencia política en el país. Y allí, están los casos de la dirigente social María Corina Machado, del alcalde Leopoldo López, el ex-gobernador Enrique Mendoza o el también el alcalde Henrique Capriles Radonski. Los cuatro son destacados líderes de la oposición democrática; y los cuatro siempre han estado bajo la mira de la peculiar “justicia revolucionaria”. Sin embargo, una decisión de este tipo implicaría un riesgo importante para el propio gobierno.

Una táctica que comienza a utilizar el gobierno socialista (ante la pérdida de gobernaciones y alcaldías que se auto-presagia), es debilitar a esas entidades político-territoriales menores; es decir, ante la posibilidad de perder el control hegemónico sobre algunas gobernaciones se pretende su debilitamiento mediante la re-centralización de atribuciones y funciones. Lo que puede ocurrir con esta operación es justamente la sobrecarga y colapso de una administración pública nacional ya agotada por la descoordinación, la incapacidad de gestión y el burocratismo.

En el contexto estrictamente electoral, un atasco adicional del oficialismo es la carencia de una plataforma partidista establecida, consolidada y con fuerza. Y es que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), no se ha engranado pese a la inmensa cantidad de recursos institucionales y financieros que se han invertido en su organización, por cierto, ¿alguien lleva la cuenta de ellos? Y es que hasta ahora, el PSUV ha sido un auténtico fiasco.

Las fuerzas alternativas y las elecciones locales

En el evento comicial programado para finales de este año, las fuerzas alternativas concurrirán como lo que son: un amplio espectro de fuerzas políticas diversas, dispersas, internamente competitivas y no siempre con objetivo claros. Estas características generales no impiden que el bloque alternativo pueda obtener un resultado electoral satisfactorio en las elecciones de Noviembre. En todo caso, los resultados electorales de nuevo dependerán de la capacidad de movilización y de la calidad del mensaje que se presente ante el electorado.

Los factores de oposición partidista se encuentran estructurando un acuerdo unitario. Para ello, han firmado un pacto que al menos ya logró incorporar a los sectores de la derecha más reaccionaria que jugaban a la abstención; y que a partir del resultado del 2-D se encuentran en una fase de transición o de retorno hacia posturas democráticas. Por supuesto, llegar a opciones unitarias, no será un proceso fácil. Su dificultad será directamente proporcional a las opciones de triunfo que se calculen en el análisis político-electoral. Muy seguramente, ocurrirá que en entidades federales (estaduales o locales) con amplios vaticinios de ganancia se presenten una buena cantidad de pre-candidatos y aspirantes.

Por otra parte, los factores de cambio –políticos y sociales- deben comprender a plenitud y a conciencia que, en estas elecciones no está en juego la “figura presidencial”; sino algo mucho más importante: la oportunidad de elevar la calidad de vida de cada uno de los habitantes del país, en su entorno inmediato y circundante. Las elecciones a las gobernaciones y alcaldías, son eso, mecanismos de participación popular para elegir las autoridades más cercanas a la población. En tal sentido, la oposición política y las fuerzas sociales alternativas se encuentran obligadas a diferenciarse de la ideologización y polarización que erróneamente le ha otorgado el oficialismo a estas elecciones.

Algo que también tendría que estar claro, es el papel y la participación de los movimientos sociales en este evento. Y es que llegó la hora para el movimiento vecinal. Llegó el momento para ese enorme ejército de ciudadanos voluntarios que trabajan a diario en asociaciones de vecinos, consejos comunales y otras organizaciones cívicas, por el bienestar de sus vecindades y comunidades. Sería imperdonable que justo ahora, el movimiento popular no impusiera su agenda comunitaria o no exigiera cuentas a los gobernantes y aspirantes hacerlo; así como que no defendiera sus espacios naturales de participación y protagonismo.

El resto de los movimientos sociales –como estudiantil o el sindical-, debe entender y asumir muy bien su función de aliado ciudadano, de aliado estratégico y de facilitador de procesos, en un marco de respeto para el avance de las luchas populares comunitarias. Lo contrario, sería incitar al oportunismo que siempre termina dando los resultados tan conocidos por todos. De la misma manera, los medios de comunicación social también les convendría ajustar su participación en este proceso, sin pretender imponer candidaturas por simpatía o afinidades ideológicas. Nadie duda del destacado papel de los medios de comunicación en la defensa de las libertades democráticas; de igual manera, nadie duda que ellos también contienen intereses específicos.

Por supuesto, que en un juego político abierto y democrático, los distintos actores sociales, económicos y políticos del país tienen legítimo derecho de expresar sus puntos de vista, sus intereses y, participar y competir entre sí. Eso es natural; estamos de acuerdo. Pero agregamos, que dicha competencia y participación se basen en una revalorización auténtica de la política, en lo verdaderamente sustantivo; y, no en la manipulación consciente de determinadas situaciones para obtener beneficios inmediatos para una parcela ideológico-política particular.

Una conclusión muy preliminar

Las elecciones estadales y locales vindican la descentralización y desconcentración de los mecanismos de participación y protagonismo ciudadano. Aquellos factores en competencia que no comprendan esa cualidad, serán fácilmente derrotados en esos comicios. Al igual que, en Diciembre pasado el gobierno, acude a la cita electoral sin poseer todas las variables bajo su control. Y ya sabemos lo que ocurrió. La oposición se presenta al evento, otra vez muy fragmentada -¿será qué es un nuevo chiripero?-; pero con un mayor aprendizaje proveniente de los recientes aciertos. El bloque oficialista aún tiene una buena capacidad de maniobra táctica y, no dudamos que la utilice para evitar o reducir el descalabro electoral que ya comienza a reconocer. La oposición y las fuerzas alternativas están obligadas e entender la verdadera dimensión de la coyuntura. De lo contrario, dejarán pasar una inmensa oportunidad. Volveremos sobre este tema electoral en nuestra próxima entrega.

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