miércoles, febrero 14, 2018

Venezuela: semblanzas de la crisis y el cambio democrático



La crisis en Venezuela ha explotado en forma definitiva. Millones de venezolanos deambulan en ciudades, pueblos y caseríos tratando de acceder a alimentos, medicinas y servicios conexos esenciales en medio de un ambiente de escasez, especulación e ineficacia gubernamental. Mientras otros miles de compatriotas han salido o tratan de salir del país, huyendo de una crisis consolidada y que desbordó; tanto al gobierno como a los principales actores políticos opositores. Venezuela, se encuentra en medio de un caos y sin avizorar una propuesta de cambio que logre aglutinar a las grandes mayorías.
Pese al cerco de la comunidad internacional Nicolás Maduro aún intenta; obtener la reelección presidencial (para el período 2019-2025), con o sin la participación de los partidos democráticos del país. Con su reelección Maduro impondría su proyecto de “estado comunal” que se basa en la centralización absoluta del gobierno, la estatización y colectivización de la economía y el control hegemónico de la sociedad. Después de la derrota político-electoral de 2015, el bloque oficialista se ha preparado con la adopción de estrategias; tanto para debilitar a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como para fortalecer sus propias capacidades electorales.
Contra la MUD se realizó una cacería implacable: la persecución, detección o inhabilitación de sus principales líderes (Leopoldo López, Henrique Capriles; entre otros muchos), la ilegalización de sus tarjetas electorales (ocurrió con la tarjeta de la MUD) y también de sus organizaciones partidistas (casos de los partidos Voluntad Popular y Primero Justicia). Pero además, el bloque gubernamental logró la división interna del sector democrático; logrando insertar una guerra intestina entre quienes valoran la participación electoral y, otros que argumentan a favor de la abstención y, últimamente valoran una intervención extranjera.   
El bloque oficialista sigue utilizando de manera inescrupulosa y en su beneficio, las instituciones gubernamentales incentivando además su red de organización y de control popular (consejos comunales y comunas), ahora fortalecida con el “carnet de la patria”, los comités locales de alimentación y producción (CLAP), la distribución de subsidios directos (a sectores vulnerables y empobrecidos) y, más recientemente mediante los comités constituyentes estadales y las asambleas de base constituyentes (ABC). Es otras palabras, el régimen se preparó internamente para afrontar el reto de su permanencia sin importar la secuela de atropellos, clientelismo y corrupción.
La eventual reelección de Maduro; mediante unas “elecciones trucadas” no sería un proceso fácil. En principio carecería del reconocimiento político de la comunidad internacional; quien ya ha anunciado sus claras exigencias por la realización de elecciones libres y con plenas garantías en Venezuela. Pero ojo y, esto es verdaderamente trascendente, una reelección de Maduro tampoco contaría con el reconocimiento interno  de vastos sectores de la población venezolana y sobre todos de la legítima Asamblea Nacional. Visto así, el régimen, la legitimidad del gobierno madurista y su viabilidad estaría muy comprometida.
No cabe duda que, la solución más limpia y adecuada para la crisis venezolana es la electoral, de acuerdo a los mandatos constitucionales. Sin embargo, esa solución democrática tiene un gran obstáculo: la dispersión y la debilidad político-organizativa del sector democrático. La MUD se ha debilitado; tanto por sus propios errores como por la ofensiva sistemática desatada por el gobierno contra ella. La MUD no se muestra ahora como aquella otrora opción de cambio unitario, popular y democrático que alcanzó una victoria contundente en las elecciones parlamentarias del año 2015. El cambio en Venezuela requiere de una oposición unida, coherente y organizada. Mientras esas condiciones no se cumplan la restitución de la democracia se relentizará aún más.
Del ámbito internacional existen logros importantes contra las tropelías del régimen. Las sanciones a altos funcionarios; por parte de los gobiernos de Canadá, los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), los señalamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) e investigación iniciada por la Corte Penal Internacional (CPI) son pruebas de ello. Sin embargo, aún persisten algunas dificultades; por ejemplo: la Organización de Estados Americanos (OEA) desistió de la aplicación de la Carta Democrática Interamericana (CDI) y las Mesas de Diálogo, con supervisión internacional no fueron eficaces para alcanzar los objetivos humanitarios y constitucionales planteados por la representación de la Asamblea Nacional.  
Más allá de la institucionalidad internacional hay también posiciones variadas. Por ejemplo, el grupo de Lima ha sido muy firme en la defensa de la democracia venezolana. Pero de igual manera, se manifiestan otros enfoques de naturaleza “guerrerista” o “supremacista” y que denotan visiones pocas asertivas y simplistas sobre la crisis venezolana: para Ricardo Hausmann (catedrático de Harvard) se necesita una intervención militar extranjera, para Marcos Rubio (senador por el estado de Florida) lo requerido es un golpe de estado dado por militares, para Diego Arria (exdiplomático venezolano) habría que desconocer a la MUD y hasta la propia Asamblea Nacional. En realidad, sobre estas últimas opciones no dudo que sean vitoreadas en el lado oficialista.   
La situación económica, política y social que padece nuestro país pareciera que se agravará más en el corto y mediano plazo. Lo único que detendría sus devastadoras consecuencias sería una alternativa de cambio democrático que fuera socialmente incluyente y políticamente responsable y eficaz. El cambio de régimen que necesita Venezuela debe ser sostenible y con plena conciencia de los retos que supone desplazar un régimen basado en el clientelismo y la corrupción, por otro distinto y fundamentado en valores éticos y democráticos. Necesitamos reconstruir el tejido social y construir ciudadanía para hacer viable el cambio que aspiramos. De lo contrario, habremos perdido tiempo, recursos y la oportunidad de rescatar el país.

 

@migonzalezm

jueves, febrero 01, 2018

UN NUEVO GOBIERNO MUNICIPAL EN BARUTA


El municipio Baruta aún se encuentra disfrutando del inicio del gobierno (100 primeros días de gestión), de su nuevo alcalde Darwin González. En ese lapso he presenciado -como vecino baruteño-, las iniciativas emprendidas por la novísima gestión en áreas de ciertos servicios públicos  como la vialidad; además de atender ciertas emergencias puntuales vinculadas al alumbrado público. Por otra parte, se ha promocionado la realización de actividades culturales en algunos espacios públicos del municipio; lo cual está muy bien.
A parte del éxito que deseamos al alcalde Darwin González, presentimos que en general, la gestión de los gobiernos municipales luce comprometida en los actuales tiempos; tanto por las serias restricciones financieras y presupuestarias que ya se padecen como por la incidencia del proyecto socialista y comunal que se pretenderá imponer desde la “Asamblea Nacional Constituyente”. Todo esto hace que, los alcaldes deban acercarse a sus vecinos y electores de manera responsable y transparente no solamente en función de desarrollar un gobierno local eficaz; sino fundamentalmente para defender la autonomía municipal y, quizás hasta la propia existencia de los municipios; tal cual como los conocemos hoy día.
Creo que la presencia de un gobernador vinculado con claridad al proyecto oficialista-comunal determinará en buena parte, la gestión de todos los municipios del estado Miranda y, en especial de aquellos municipios del Área Metropolitana de Caracas que gracias a la lealtad de su electorado; aún permanecen bajo la gestión de sectores democráticos, tales como: Chacao, El Hatillo, Los Salias y, por supuesto, Baruta. En ese contexto, las relaciones con los diferentes niveles de coordinación intergubernamental tendrían que ocupar un lugar importante en la agenda de asuntos institucionales de cada uno de los alcaldes.
Existen instancias de coordinación intergubernamental en las que los alcaldes no pueden incidir de manera significativa por la composición y las características de las mismas. También hay otros órganos institucionales donde sí pueden hacerlo. En el primer caso, se ubican el Consejo de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas (CEPLACOP) presidido por el gobernador y los denominados Distritos Motores de Desarrollo (DMD), figura del esquema territorial centralista y que el nuevo gobernador mirandino ha comenzado a implementar.  En el segundo caso, se ubican los Consejos Locales de Planificación Pública (CLPP) que son presididos por los acaldes y que cuentan con la participación de los concejales del municipio y con una representación vecinal (ahora más limitada en número de integrantes, por la nueva ley).
Para ambos casos, los nuevos alcaldes deben estar preparados y asumir con responsabilidad sus funciones ejecutivas y de representación del gobierno municipal, cuando sea necesario. En el caso, del municipio Baruta, el nuevo alcalde tendría que revisar la situación del CLPP y emprender la actualización de su conformación que está vencida, desde hace ya algún tiempo. Por otra parte, el alcalde Darwin González le corresponderá presentar ante esa misma instancia, los lineamientos del Plan Municipal de Desarrollo (PMD) para así cumplir con la LOPPM. Al respecto cabe mencionar que, el último PMD fue presentado por Henrique Capriles Radonski para el lapso 2004-2008.
El tema de la planificación municipal ha sido un asunto muy mencionado en el discurso político municipal; pero de poca aplicación en ese mismo ámbito local. Quizás el bajo índice de diseño y aplicación de Planes Municipales de Desarrollo se deba a que aún no tengamos (me incluyo) certeza de una metodología adecuada para hacerlo y, tampoco la certidumbre de la eficacia política institucional que brinda la planificación en las actuales circunstancias políticas que atraviesa el país y todos sus municipios.
En mi opinión, el alcalde Darwin González debe abordar con premura y eficacia el tema del CLPP-Baruta, que de paso constituye un órgano del Poder Público Municipal que él preside y, rescatarlo como una herramienta de gobernanza y de cercanía con el movimiento vecinal baruteño. Por otra parte, la opción de diseñar un Plan Municipal de Desarrollo para Baruta significaría una oportunidad para la nueva gestión que recién empieza, de emprender junto al voluntariado vecinal, social y comunitario del municipio una jornada que suponga la construcción de la imagen del “municipio soñado”, que tanto se suele mencionar en los discursos de campaña electoral..
@migonzalezm
Nota adicional:
Hace falta un acuerdo entre la alcaldía, el sector comercial y los vecinos sobre el tema de los desechos sólidos en el municipio. Baruta luce en estos tiempos descuidada y desaseada y, además del aspecto estético, la acumulación de basura puede convertirse en un asunto de salud pública.