El caso del Aeromall parece entrar en una fase decisiva. Recientemente, autoridades públicas locales y nacionales se han pronunciado de manera contundente sobre el controversial centro comercial llamado a ser “el más grande de América Latina”. Y no podía suceder otra cosa porque; primero, la presión vecinal se hizo sentir en cierto grado y a ciertos niveles. Y en segundo lugar, porque los promotores del mencionado Aeromall demostraron una torpeza gerencial y de mercadeo tan grande como una montaña rusa.
El tema del Aeromall entró en la agenda comunitaria de Baruta en pleno mundial de fútbol (Alemania, 2006) ¿recuerdan? En medio de ese evento y, por Meridiano Televisión comenzó una campaña publicitaria destinada a promocionar al “centro comercial más grande de Latinoamerica”, con sus 12.500 puestos de estacionamientos, 60 discotecas (nunca he podido comprender para qué tantas), sus ocho montañas rusas, su helipuerto y todo lo demás. Eladio Lares prestigioso comunicador, fue imagen de la campaña y del Aeromall. Hasta allí, todo pintaba muy bien. Sin embargo, aparecieron las comunidades organizadas del municipio Baruta y la cosa tomó otro rumbo.
Gente de Prados del Este, Los Campitos, Santa Fe, Santa Rosa de Lima, Alto Prado y Manzanares (entre otros vecinos), comenzaron a reunirse y a exigir información sobre la construcción del Aeromall. Por su parte, los promotores de la empresa continuaron con la oferta y la promoción del proyecto. Pasado el mundial y ante la presión vecinal, la Alcaldía de Baruta, publicó un anuncio en la prensa nacional en el que expresaba que no conocía proyecto alguno que implicara la construcción de un centro comercial; entre Los Campitos y Santa Fe.
El tiempo pasó y las promociones -vía internet del mencionado Aeromall- continuaron; por parte de Fondoglobal y sus asociados. En ese lapso, la presión de los vecinos también continuó. Crecieron los rumores, se repartieron folletos y hasta se hicieron contactos con las comunidades aledañas para contratar trabajadores para la construcción de la obra. Pero el elemento crucial fueron los errores y transgresiones a ley cometidos por los promotores del mall: se estaba vendiendo algo sin los permisos de rigor y además se estaban utilizando los logos de entidades oficiales como la Alcaldía de Baruta y el Ministerio de Infraestructura, sin autorización; según las declaraciones públicas de los titulares de esas agencias estatales.
El resultado de todo esto, fue de la decisión del Ministerio de Infraestructura de paralizar dicha obra o la advertencia de la Alcaldía de Baruta, en voz del propio Henrique Capriles Radonsky de denunciar a estos promotores ante el INDECU. Pero además, la credibilidad de los promotores quedó golpeada porque: ¿cómo confiar en alguien que utiliza los símbolos de instituciones públicas o privadas, sin el consentimiento expreso de las mismas? ¿Y cómo se puede promocionar y vender un proyecto de inversión tan grande, sin la autorización técnica y oficial correspondiente?
Pienso que los vecinos deben comenzar a documentar todos los aspectos vinculados a este problema. El impacto en servicios públicos como el agua, la electricidad, la recolección de desechos sólidos y, el congestionamiento vehicular y la contaminación sónica tendrían que ser evaluados en el corto plazo. Soy de los que considera que, el movimiento vecinal tiene la capacidad para opinar en forma técnica y racional sobre esta problemática. Por otra parte, habría que hacer un “seguimiento vecinal” a los trámites oficiales que hayan sido realizados; por parte de los interesados en ese centro comercial. Los vecinos tienen el derecho de obtener información veraz, oportuna y transparente sobre los asuntos que afecten su calidad de vida.
Por último, las comunidades organizadas deben difundir de la manera más amplia y objetiva la situación actual del proyecto. Hay que estar organizados y continuar ejerciendo los derechos ciudadanos en defensa de un desarrollo municipal sostenible y sustentable. Y sobre todo, no olvidemos que el caso del Aeromall no está cerrado.