La campaña electoral
presidencial en Venezuela, sigue al ritmo que viene sosteniendo Henrique Capriles. Hasta el
momento Capriles ha visitado más de ochenta centros poblados de distinta
magnitud en todo el país. Por su parte, el Presidente Chávez, ha comenzado a
reactivarse y luce ahora un tanto más activo, quizás presionado por el
despliegue de rival electoral. Chávez con mítines más puntuales y manteniendo
su habitual “discurso agresivo” intenta consolidar y mantener su base
electoral.
Sobre el desarrollo de la
campaña venezolana surgen distintas visiones y evaluaciones. Una de ellas es la
que ofrecen las encuestas. Un grupo de empresas encuestadoras (IVAD,
Datanálisis, Giz XXI e Hinterlaces) otorgan una ventaja porcentual al candidato
oficialista. Dichas encuestadoras fueron las mismas que otorgaron un triunfo
electoral al bloque oficialista en las elecciones parlamentarias y fallaron.
Otras encuestadoras (Consultores 21, Varianza), no vacilan en sentenciar un
empate técnico y hasta una tendencia favorable hacia Capriles. Queda claro, que
los resultados de las encuestas han pasado a formar parte de la propaganda
electoral.
Otro indicativo para medir el
avance de las candidaturas lo constituyen las movilizaciones y concentraciones
de masas. Estos eventos masivos son generadores de opinión pública (favorable o
no), en el resto del electorado. Hasta este momento, la candidatura de Capriles
ha demostrado un mayor dinamismo en la
movilización popular. Sin embargo, y parafraseando a un agudo analista
político, “habría que preocuparse más por quienes no asisten a las
movilizaciones”. En este sentido, a la candidatura oficial se la acusa (no sin
razón) de “obligar” a vastos sectores del funcionariado público a asistir a sus
movilizaciones.
Los empleados públicos vienen
siendo sometidos a todo tipo de presiones. En la actualidad, hay cerca de tres
millones de funcionarios adscritos a los veintinueve ministerios y a las más de
trescientas entidades pertenecientes al sector público nacional. Para el
oficialismo resulta vital y estratégico controlar ese inmenso potencial de
votantes que representa la nómina pública. Lo que queda claro, es la necesidad
de desarrollar -desde la oposición-, estrategias directas basadas en los
derechos humanos que terminen el cerco impuesto por el oficialismo en la
administración pública.
En el mismo contexto de la
movilización, el bloque oficial ha comenzado a utilizar su red de
organizaciones comunitarias para defender su opción electoral. Si bien el
denominado “Gran Polo Patriótico” fracasó como frente electoral, la red de
consejos comunales y otros colectivos cooptados por el oficialismo aún pudiera
brindar frutos electorales al candidato gubernamental. Al respecto, el bloque
democrático debe entender la necesidad de descentralizar y desplegar, aún más, su
campaña hacia cada vecindad y caserío del país.
El tiempo de la campaña
aprieta. Es muy justo. Resta, un poco más de 2 meses para que se tome por vía
electoral en Venezuela una decisión entre un modelo estatista, controlador y
totalitario y un camino distinto y problematizado; pero orientado hacia la
libertad, la inclusión y el progreso.
@migonzalezm /
miguelgmarregotgmail.com
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