lunes, abril 30, 2018

La invisibilidad de la oposición democrática



El único logro conseguido por los sectores democráticos del país; mediante la desmovilización popular y la abstención, ha sido desconectarse de la amplia mayoría de la población que aspira el cambio de gobierno en Venezuela. En el sector democrático se optó por ambas estrategias; bajo una falsa creencia de que así se desmontaría al régimen de Maduro. En realidad, el abstencionismo sólo benefició al bloque oficialista que obtuvo mayores espacios gubernamentales; además de propiciar la progresiva invisibilidad de la oposición democrática.    
La crisis que atraviesa Venezuela requiere de una fuerza de cambio identificada de manera plena con la defensa de los derechos sociales y los derechos políticos, que padece a diario la amplia mayoría de su población y, eso no está ocurriendo ahora mismo en nuestro país. De allí que, ante la ausencia de referentes democráticos vitales y creíbles, la ciudadanía se sienta huérfana y frustrada ante un régimen que utiliza cualquier medio ajeno a la moral pública para mantenerse en el poder. Se necesita una dirigencia opositora cercana a luchas populares y, que trascienda las redes sociales.
Lo más dramático; tanto para el país como para sus posibilidades de cambio, es el deterioro político-organizativo que han venido sufriendo los componentes de la alianza democrática. Ese deterioro ha debilitado -de manera notable-, la capacidad de convocatoria de la MUD (y del Frente Amplio); pero por encima de todo le ha quitado credibilidad a sus planteamientos. Si a esta situación se le agrega el inusitado llamado a la no participación (abstención) en las elecciones presidenciales del 20 de mayo, no es difícil imaginar que la oposición tal como la conocimos hasta el año 2015; pudiera desaparecer de la escena política del país.
En ese contexto, los movimientos sociales, gremiales y comunitarios también han visto muy mermada su capacidad de lucha. El movimiento estudiantil, por ejemplo, otrora vanguardia de las manifestaciones democráticas está desaparecido casi por completo. Igual ocurre con los gremios más combativos (el magisterio, el periodístico) cuyos perfiles de denuncia y combate bajaron de manera notable. Los sindicatos siguen atomizados y el movimiento vecinal ha venido siendo desarticulado por la “estrategia comunal” del régimen. Quedan las ONG’s defensoras de los DDHH que siguen su lucha, pero en términos generales el panorama del tejido socio-democrático no es alentador. Y eso es muy negativo para el restablecimiento de la democracia.
No cabe duda que, la reclusión y/o inhabilitación de líderes trascendentes del sector democrático del país ha sido determinante en la errática conducción de la oposición política venezolana y de sus aliados sociales; así como también la prevalencia de intereses más menudos sobre los verdaderos asuntos de interés colectivo. Eso es cierto ¿Pero es posible reconstruir el tejido socio-político del bloque democrático del país y ponerlo en sintonía con las precariedades de la ciudadanía? La respuesta más que afirmativa es imperativa, impostergable y vital. Porque Venezuela, esa Venezuela libre, esa Venezuela de la que todos conversamos y en la que todos soñamos, ha comenzado a agonizar. ¿Dejamos de ser invisibles?

@migonzalezm