La propuesta de reagrupar; bajo el gobierno del Distrito Capital a los municipios Baruta, Chacao, El Hatillo y Sucre y, separarlos del estado Miranda no solo se convirtió en estos días en un reactivador de sus movimientos vecinales; sino que por retruque colocó además sobre la mesa un asunto de importancia capital, como es la necesidad de abordar el tema de la administración territorial y de servicios del Área Metropolitana de Caracas.
En
esta oportunidad, la idea de impulsar una recentralización político-territorial
fue de Jacqueline Farías y, esa idea vagamente esbozada le costó su puesto como
Jefa del Distrito Capital. Mientras, el gobernador del estado Miranda Héctor
Rodríguez (una vez conocida la destitución de la ingeniera Farías) declaró que:
“a Miranda no la dividía nadie”. En realidad, el gobernador no podía aspirar a
una reelección con el hándicap de haber aceptado con indiferencia la
desmembración de la entidad federal donde ejerce el gobierno. Otra situación
ocurrió con las delegaciones municipales del PSUV que guardaron un silencio -más
sumiso que cómplice-, frente al desarrollo de los acontecimientos desatados por
la propuesta Farías.
Desde
los municipios afectados; tanto autoridades públicas como la vocería de los
movimientos sociales y vecinales expresaron su rechazo a la idea de la
recentralización político-administrativa del Área Metropolitana de Caracas. Así,
los alcaldes de los municipios Baruta, Chacao, El Hatillo y Los Salias expresaron
su formal rechazo a la intención del PSUV. Mientras en el municipio Baruta se
constituía una alianza entre las organizaciones vecinales y los partidos
políticos para la defensa del municipio. Esta iniciativa fue replicada
posteriormente en el municipio Chacao. Se inició de esta manera, un sendero
unitario; por demás interesante y beneficioso entre los factores democráticos,
justo y quizás en el ámbito territorial más adecuado: el municipio.
En
realidad, hay una clara intención ideológica del PSUV y su régimen de ejecutar
un reordenamiento territorial basado en el centralismo político-administrativo
ya presentado al país en el proyecto de reforma constitucional del año 2007, el
cual fue derrotado política y electoralmente en esa oportunidad. Sin embargo,
la idea de un estado centralizado, con una nueva base territorial (comunas,
ciudades comunales, distritos motores; entre otras) y sobre la base de una
economía colectivizada y con una participación tutelada, sigue presente en el ideario
del bloque oficialista. Y esa ideación totalitaria tiene nombre: el Estado
comunal.
En
ese contexto, la problemática del Área Metropolitana de Caracas no puede ser
obviada. Los déficits en la prestación de servicios públicos; así como la incertidumbre
sobre su crecimiento, (por citar solo dos aspectos) requieren de una reflexión
programática; pero también democrática e incluyente. Esa es una tarea que a los
sectores comprometidos con el cambio político les corresponde acometer. La
Alcaldía Metropolitana dejó una serie de estudios y experiencias que podrían
ser aprovechados en conjunto, con propósitos constructivos y en unidad; tanto
por los sectores políticos como por la ciudadanía y, así fortalecer la opción
de cambio. Al respecto cabe recordar que, la unidad democrática será siempre más
fuerte con base a acuerdos programáticos entre sus componentes.
Me
parece importante realizar un comentario adicional sobre los movimientos
vecinales y comunitarios. Y es que estas entidades siempre han estado del lado
de la defensa de las reivindicaciones inmediatas y de las luchas democráticas
en Venezuela. Desde su aparición en los años veinte y, por medio de sus
diversas manifestaciones (Ligas de Colonos, Juntas Profomento, Juntas Promejora,
Juntas Vecinales, Asociaciones de Propietarios y Residentes y, por supuesto, las
Asociaciones de Vecinos) los movimientos de base se han hecho sentir en la
lucha por la elección directa de gobernadores y alcaldes, la democratización de
los municipios y la descentralización; así como también con su firme defensa
del medio ambiente. Es decir, en nuestro país, los movimientos vecinales son
parte de nuestra cultura democrática y, por ende, representan una reserva para
emprender los cambios políticos que nuestra realidad exige.
La
idea de establecer y formalizar puentes entre los distintos sectores sociales y
comunitarios del Área Metropolitana de Caracas puede ser un elemento
aglutinador que contribuya a la creación de una vecindad metropolitana basada
en la defensa de los derechos ciudadanos y de la descentralización y la
autonomía municipal. Después de todo, la amenaza totalitaria está allí y, se
fortalece con la dispersión y la desunión de los demócratas.
@migonzalezm