La toma por un tribunal de la sede de ASOPRAES, ocurrido esta semana que culmina, no es un hecho aislado, el mismo se enmarca dentro de la estrategia
general del PSUV de amedrentar y desarticular las organizaciones vecinales y
comunitarias que constituyen parte del corazón de la resistencia democrática en
la Venezuela. Además, tampoco es casual que esa medida judicial ocurra justamente
en un año donde realizarán las elecciones municipales y en el cual el PSUV aspira
a controlar los destinos políticos del emblemático municipio Baruta.
Es por ello que los ciudadanos
además de mostrar la solidaridad comunitaria siempre, nos corresponde en buena
medida salir del confort de las redes sociales y retomar la defensa más activa
de los espacios vecinales, parroquiales y por supuesto municipales. Y es que la
intervención de ASOPRAES tiene un propósito antidemocrático que no debemos
pasar por alto: el irrespeto y violación derecho a la libre elección y
participación de los ciudadanos. Así mismo, la intervención nos muestra la
politización de la justicia para saldar cuentas entre posibles adversarios.
Lo ocurrido en ASOPRAES constituye,
sin lugar a dudas, la advertencia más dura y firme del PSUV frente a los
movimientos vecinales venezolanos. Pero de igual manera supone un llamado a la
reflexión para aquellos sectores que creemos en la democracia municipal y
republicana. Se trata de conformar las plataformas necesarias en cada
comunidad, vecindad y municipio del país la defensa de los valores y de
libertad y de democracia.
El movimiento vecinal venezolano
ha tenido una larga trayectoria de lucha en defensa de las condiciones de vida
de sus comunidades, pero también en la lucha por la democratización del sistema
político venezolano. Hay una trayectoria que hoy en día se tiene que rescatar
desde la base como única alternativa frente al totalitarismo del Estado
comunal.
Mi solidaridad plena con ASOPRAES y con
todos aquellos activistas que día a día pelean por rescatar nuestra democracia.