Las dos grandes principales alianzas políticas que se disputan los espacios de gobierno en Venezuela -se encuentran atravesando en forma simultánea-, la delicada fase de la selección definitiva de sus candidatos. El oficialismo optó por un complicado sistema de primarias semiprivado, que contará con el apoyo del Consejo Nacional Electoral. La oposición se decidió por la aplicación combinada del consenso y las encuestas como mecanismos de definición.
La transparencia y la eficacia que ofrezca ante la opinión pública, la selección de las aspirantes de ambos bloques político-partidistas pueden constituirse en un elemento importante para su credibilidad frente al electorado independiente del país, que sigue siendo la mayoría. Unos candidatos surgidos del “dedo socialista” o de encuestas trucadas al margen de los acuerdos previamente establecidos, correrían el riesgo de sufrir una muerte electoral temprana, al ser considerados como fraudulentos. Y es que el proceso de la definición de los aspirantes no resulta fácil a ninguno de los bloques enfrentados electoralmente.
El oficialismo emprendió un juego peligroso con la realización de unas “primarias” donde no se publicitarían las votaciones obtenidas por los casi cinco mil aspirantes a candidatos a las veintitrés gobernaciones, dos alcaldías metropolitanas y trescientas treinta y cinco alcaldías en juego. Tampoco se conocerá el costo de la campaña desplegada por el PSUV en la realización de estas primarias; con lo cual se reafirma la poca transparencia de las mismas. En tal sentido, todo parece indicar que los comicios internos del próximo fin de semana pudieran convertirse en un maquillaje de la acción discrecionalmente del “dedo socialista” que impondría -según su suprema voluntad revolucionaria-, la mayoría de los candidatos del Partido Socialista del Unido de Venezuela (PSUV). Se abre una duda razonable en torno a la reacción de las bases del PSUV una vez se ejecuten las muy seguras designaciones digitales a las principales alcaldías y gobernaciones del país.
Para la oposición, la situación es un poco más complicada. Y le resulta más complicada porque en ese bando, la designación de candidatos se enmarca dentro de la articulación de una alianza entre factores políticos relativamente igualados, y con sus propias aspiraciones de ser vanguardia. Esta circunstancia, en cambio no ocurre del lado oficialista donde los aliados menores del PSUV, como el Partido Patria para Todos (PPT) o el Partido Comunista de Venezuela (PCV), son absolutamente prescindibles y podrían ser apartados de la alianza oficialista; sino terminan aceptando la cuota de participación que les sean impuestas desde el PSUV y su lider supremo.
La oposición -dentro de su diversidad partidista- aún no tiene un liderazgo de vanguardia claro. Y quizás sea eso que lo también se defina en las próximas elecciones regionales. Los partidos “Un Nuevo Tiempo” y “Primero Justicia” están relativamente equiparados en fuerzas y cobertura nacional. Y si bien, ambos partidos constituyen la oposición emergente en el país, aún requieren de un proceso de consolidación ideológico, político y organizativo. Del resto, Copei ha emprendido un notable esfuerzo de renovación de sus cuadros, mientras que Acción Democrática (AD) parece conformarse con participar en forma reactiva. En todo caso, nos queda claro que después de las elecciones de Noviembre viene un reacomodo definitivo en el campo opositor. De eso, no hay duda.
La pluralidad de factores que participan en la oposición y su relativa paridad de fuerzas determina que, el proceso de selección de sus aspirantes sea mucho más competitivo y duro. Pese a ello, la oposición ha venido impulsando ciertos consensos puntuales alrededor de gobernaciones y alcaldías. Por otra parte, la pluralidad de actores propicia un mayor autocontrol entre las mismas fuerzas que cooperan o compiten entre sí, para impulsar sus candidatos. Y esa característica nos parece conveniente para lograr una mayor transparencia en esa selección. Nos queda claro sin embargo, que habrá problemas mayores para alcanzar la unidad en aquellas entidades político-territoriales donde haya una mayor opción de victoria.
Por otra parte, en el propio campo de la oposición se han emprendido desafortunados ataques en contra de su participación electoral (¡aunque usted no lo crea!). Y en efecto, algún grupo de destacados intelectuales venezolanos hizo su debut público, criticando a los partidos políticos democráticos. De la misma manera, algunos veteranos dirigentes vecinales en nombre de ciudadanos –que por cierto, no suelen representar-, iniciaron una campaña en contra de las elecciones regionales; y por supuesto, en contra de los partidos políticos, utilizando para ello la manipulación de medias verdades y conceptos legales equívocos. Por último, han reaparecido los comunicados de frentes patrióticos haciendo sus particulares llamados. Será ¿desatino circunstancial colectivo?, ¿coincidencia causal entre élites puntuales? o ¿Estrategia anti-política concertada? No lo sé. Sin embargo, habría que recordarles a todos ellos, -aún reconociendo su legítimo derecho a pensar libremente- que la restitución del equilibrio democrático en Venezuela será pacífico, político, electoral y constitucional.
Por supuesto que, en todo este complicado evento de selección de aspirantes, hay otros “dedos” con poder de decisión. Las empresas encuestadoras; por ejemplo, podrían convertirse en un mecanismo tan indeseable como eficaz para la imposición de alguna candidatura. Así como también las destemplanzas caudillistas o clientelares son expresiones digitales perversas. Por ello, el establecimiento y respeto de reglas claras de participación; así como los medios de autocontrol entre las fuerzas opositoras, resultan imprescindibles en todo este proceso de ingeniería política que la oposición intenta adelantar.
La polarización entre las dos visiones contrapuestas sobre la forma de gobernar a Venezuela que se confrontarán en Noviembre (centralismo socialista vs descentralización y la pluralidad democrática), también se expresa en la definición de candidaturas de los dos bloques en pugna. Así en el oficialismo, que necesita de candidatos incondicionales con la revolución (más no con el pueblo soberano), la simpleza del “dedo socialista” pasaría a constituir el método favorito para la definición de sus aspirantes. La oposición se encuentra en la obligación histórica de escoger a sus aspirantes respetando las reglas de juego predeterminadas allá por el 23 de Enero del año en curso; y teniendo claro además la trascendencia estratégica que tienen las próximas elecciones. En todo caso, para el próximo mes de Junio ya el oficialismo tendrá sus candidatos listos; mientras la oposición aún se encontrará negociando entre sí, sus posibles candidatos. ¡A ponerse la pilas!
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