La construcción del socialismo bolivariano y venezolano, de ese socialismo catalogado como nuevo y del siglo XXI demuestra día a día, su incapacidad para innovar políticamente y presentar una alternativa humana y civilizada, fundamentada en la convivencia democrática, en la promoción de la paz y en el respeto por la libertad. Organizaciones no gubernamentales, sindicatos y gremios, medios de comunicación social, periodistas y opinadores; y hasta cualquier hijo de vecina se han convertido en “preciados objetos de caza” de la intolerancia revolucionaria, por tan sólo expresar críticas a la gestión pública u opiniones distintas a la “verdad oficial”.
Las ONG´s vienen siendo amenazadas desde hace algún tiempo con la elaboración de leyes dirigidas a restringir su actividad. El caso de la Ley de Cooperación Internacional (LCI), es un claro ejemplo de la visión intervencionista y estatizadora que maneja el gobierno sobre sus relaciones con aquellas expresiones asociativas independientes. Además, en nuestro país se ha venido acusando desde el gobierno (y en un decidido intento de descalificación) a distintas organizaciones cívicas de poseer vinculaciones con gobiernos extranjeros o imperialistas; al punto que ya encontramos a dirigentes de organizaciones sociales venezolanas acusados de traición a la patria o con expresa prohibición de salida del país. Con estas medidas, pensamos que el oficialismo pretende alcanzar dos objetivos: primero, limitar las potencialidades de organización autónoma y popular, en torno a determinados intereses sociales; y segundo, evitar las posibilidades de contraloría social sobre las ejecutorias públicas.
El movimiento sindical y lo sindicatos también han comenzado a “recibir lo suyo”. Por una parte, la revolución ha hecho público su deseo de que tales organizaciones clasistas desaparezcan o por lo menos, sean cooptadas por los “mecanismos de participación bolivariano” como el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Y por la otra, desde el Ministerio del Poder Popular para el Trabajo se elabora un proyecto de ley destinado a crear los consejos de los trabajadores en los distintos centros laborales, con el único y simple objetivo de crear medios de organización paralela –e imaginamos que revolucionaria- a las organizaciones sindicales tradicionales. Cabe agregar que, según notas de prensa, los consejos de trabajadores tendrían entre sus funciones “la suspensión de las huelgas” bajo determinadas circunstancias. Así, los sindicatos y el movimiento obrero venezolanos -pese a su erosión y debilitamiento progresivo-, son considerados como enemigos de la revolución bolivariana. ¿Por qué prevalece esta percepción en el gobierno? Muy sencillo, porque pese a debilidades los sindicatos y el movimiento de obrero, son semilleros para la formación de líderes con sentido combativo, crítico y de conciencia social.
Los periodistas han sido un trofeo muy buscado a lo largo del proceso revolucionario venezolano. Así encontramos a periodistas agredidos, periodistas muertos, periodistas exilados, enjuiciados o presos. ¿Pero cuál ha sido su pecado? Uno muy grave, para el régimen: informar con libertad sobre los distintos eventos que han ocurrido en el país durante los últimos ocho años. Los medios de comunicación social tampoco han escapado a la ofensiva gubernamental. Y aunque algunos hayan cedido a la enorme presión oficialista, otros medios –la mayoría-, continúan en su diario batallar por seguir informando al pueblo. El caso de RCTV se ha convertido en todo un emblema de la más cruda represión a la libertad de expresión en los anales de la historia de Venezuela y, quizás en el mundo.
En realidad, uno de los mecanismos más efectivos de contraloría social sobre la gestión pública que existe, la constituyen los medios de comunicación social y ese pequeño ejército de periodistas, reporteros gráficos y camarógrafos que todos los días sale desde muy temprano a cubrir su pauta informativa. En tal sentido, para un gobierno que prioriza la hegemonía ideológica y la incondicionalidad sobre otros valores humanos, el periodismo independiente pasa a irremediablemente a convertirse en otro enemigo.
En Venezuela, la actividad de las organizaciones no gubernamentales, de los sindicatos y de los medios informativos impresos y audiovisuales han jugado un papel estratégico en el desarrollo de una cultura democrática y plural que ha sido asimilada ampliamente por los distintos sectores sociales que conforman nuestra nación. Hoy, esos actores sociales y esa cultura plural y democrática se encuentran amenazados; por una política oficial que en nombre del socialismo del siglo XXI o de un socialismo bolivariano, sólo ha sido capaz de reproducir los viejos vicios del estalinismo más ramplón y dañino.
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