viernes, enero 01, 2010

VENEZUELA: PROPÓSITO DE COMIENZOS DE AÑO

Cada comienzo de año, nos induce a establecer propósitos y metas a alcanzar e indudablemente esa una buena costumbre. En Venezuela, no hacen falta propósitos; por el contrario, hay una buena cantidad de ellos; tanto individuales como colectivos. Ahora bien, lo que quizás si falte en nuestro país sea la capacidad, la constancia y la coordinación para alcanzarlos.

Como es conocido por todos, nuestro país se encuentra en un intenso proceso de cambio que ha generado incertidumbre, disfuncionalidades y una agria polarización que dificulta el progreso de Venezuela como conjunto, hacia un destino cierto.
En tal sentido, un propósito fundamental de la nación debe ser el reencuentro de los distintos factores que conforman nuestra sociedad. Ese reencuentro no supone el abandono de los principios; lo que sí implica es el reconocimiento tolerante de los intereses y puntos de vista de cada sector social en particular, para saber unirlo; por ejemplo, a un proyecto incluyente de democracia, paz y prosperidad.

Conciliar los intereses de los distintos sectores de una sociedad resulta más difícil, que imponer los intereses de un solo factor social. Pero con toda seguridad, la conciliación de intereses permitirá estructurar una alianza o bloque social que contribuya a alcanzar las metas de desarrollo y seguridad integral que toda población necesita. Históricamente se ha comprobado que, la hegemonía (o dictadura) de los intereses de una clase sobre otra -directamente o mediante sus expresiones organizativas-, son caminos seguros hacia el fracaso. Por el contrario, sólo aquellas sociedades que han logrado niveles satisfactorios de integración han conseguido niveles sostenibles de calidad vida para sus habitantes.

En el caso venezolano, el “pacto de conciliación de élites” del año 1958 terminó fracasando por satisfacer las demandas de un país en búsqueda de su modernización y, la propuesta de la hegemonía bolivariano-socialista: 1999-2009, tampoco cubrió las expectativas de cambios, agravando por el contrario los déficits político-sociales que pretendía superar. En la actualidad, nuestra sociedad se ha venido fracturando, con la consecuente desconfianza mutua entre los distintos factores económicos, sociales y culturales que la conforman, la creciente debilidad de las instituciones públicas, el surgimiento del sectarismo y la exclusión política y, el posicionamiento de métodos poco transparentes en las negociaciones público-privadas.

¿Es qué acaso Venezuela no puede aspirar a tener instituciones modernas, óptima calidad vida para toda la población y un sector productivo competitivo y de alta capacidad profesional? Pienso, y sobre todo creo, que sí podemos aspirar a esos propósitos como pueblo. Para ello, sólo debemos saber construir alianzas y vínculos de cooperación, reconociendo nuestras propias diferencias y semejanzas. Nadie ha dicho que sea fácil y, mucho más en el ambiente de fractura social que habitamos; pero tampoco es imposible. Creo que en este año 2010, la construcción de plataformas democráticas e incluyentes -partiendo de la diversidad-, será el mecanismo más eficaz para poder llevar adelante proyectos positivos conjuntos, como el relanzamiento de nuestro país. ¿Por qué no nos fijamos este propósito a comienzos de año?

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