lunes, febrero 20, 2012

HENRIQUE CAPRILES: UN LARGO CAMINO POR RECORRER

El país entero gira en torno a los formidables resultados electorales y políticos que arrojó el pasado 12 de Febrero. Lo fundamental es un candidato presidencial electo; así como 17 aspirantes a gobernaciones de estado y 247 candidatos a un número similar de alcaldías, de todo el país. Cada uno fue seleccionado mediante libre consulta popular, abierta, democrática y, mediante el voto directo, universal y secreto. Un poco de más de tres millones de electores atendieron el llamado de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD); estableciendo así, no sólo un record de participación; sino legitimando popularmente la candidatura presidencial de Henrique Capriles Radonsky (HCR).

Las primarias significaron el surgimiento definitivo de una nueva forma de hacer política en Venezuela. Con ellas, se cumplieron las promesas anunciadas meses antes y con ellas se estableció la unidad de los factores democráticos, también prometida como estrategia de reunificación y reconciliación de todo el país. Es así que, después del 12-F Venezuela amaneció con una realidad política diferente, fundamentada en la participación libre y plural de millones de venezolanos y venezolanas que se alistaron a marchar hacia una propuesta de cambio en paz y democracia.

Las primarias además demostraron las capacidades de organización y movilización de los factores políticos de oposición. El evento electoral fue organizado con pulcritud y sin mayores inconvenientes; en sana convivencia con el Consejo Nacional Electoral (CNE) y los integrantes del Plan República, con lo cual quedó demostrado de donde proviene el mensaje de violencia y confrontación. Pero además, la MUD demostró coherencia y firmeza al rechazar la intentona “oficialista” de tomar los cuadernos de votación y “comprometer” el secreto de quienes votaron. Cumplió de nuevo la Mesa de Unidad (MUD), consolidando de esta manera su credibilidad ante los electores.

Frente al progresivo avance político-organizativo de los sectores democráticos, el oficialismo ha lucido rebasado y sin respuesta. Y en realidad, ante la decisiva participación popular demostrada en la movilización del 12-F no hay contra-argumento posible; los insultos proferidos por el “candidato presidencial oficialista” no ofrecen nada nuevo y dejan ver hasta cierta desesperación ante las posibilidades de victoria que trae consigo la candidatura de HCR. Nadie duda que, en los laboratorios de propaganda y manejo de opinión pública que maneja el gobierno se preparen estrategias dirigidas a desacreditar a Henrique Capriles. El punto es que, esas estrategias logren hacerlo; cuestión que -por ahora-, parece bastante difícil.

Un detalle importante en el triunfo de HCR es que este trascendió las maquinarias políticas –nuevas y tradicionales-, además de lograr una serie de alianzas efectivas con liderazgos regionales que contribuyeron a su victoria. Esas alianzas que serán determinantes para impulsar sus posibilidades de triunfo han sido fortalecidas con la incorporación de Pablo Pérez y el bloque de organizaciones que lo apoyaron. De igual manera, las figuras y liderazgos emergentes del resto de los precandidatos también constituyen un capital político estratégico en la muy próxima campaña electoral. En realidad, alrededor de HCR se ha conformado un verdadero trabuco.


En general, los analistas y expertos afirman que HCR no confrontó al gobierno nacional ni al Presidente de la República durante su campaña. Mi punto de vista difiere sobre esa visión; pues estimo que sí hubo una confrontación directa, sólo que esa confrontación fue de calidad, constructiva, propositiva y ante eso, el bloque oficialista no tiene mucho que decir. La diferencia sustancial entre Capriles y Chávez radica en que mientras el primero privilegia la integración social como palanca para el progreso; el segundo fundamenta su propuesta política en el conflicto y el odio de clases. ¿No hubo confrontación, entonces? Pues claro que sí la hubo. La clave será como se aborde y se desarrolle esa diferenciación entre ambas candidaturas, de ahora en adelante.

Así pues, la opción de HCR representa una alternativa de democracia, responsabilidad e inclusión, muy diferente a lo padecido por el país hasta ahora. El bloque oficial –como ya se anticipa- por una parte, intentará demonizar la candidatura opositora como representante directo de enemigo genérico (y “tapa amarilla”) conocido como “el imperio”; por la otra, se arreciará con la promesa de distribuir recursos (financieros o no financieros) entre la población. La estrategia oficialista será de un sesgo conservador y dirigida a mantener la fidelidad de su público electoral, so pena de perder “sus beneficios”.

En realidad, falta aún camino por recorrer para el 7 de Octubre y nada está escrito; pero los sectores democráticos han dado un paso gigantesco y consistente para emprender esa ruta. La oposición democrática y popular ahora está unida, con unos lineamientos programáticos de gobierno definidos, con una plataforma organizativa y con la candidatura de Henrique Capriles Radonsky. Bajo estas circunstancias, la Unidad asumirá el reto de enfrentar política y electoralmente a la mayor maquinaria propagandística que ha existido en Venezuela. Hay un largo camino.

migonzalezm

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