Los resultados electorales del pasado 15 de
octubre en los que el bloque oficialista ganó 18 de las 23 gobernaciones en
disputa, originaron un intenso debate sobre las irregularidades cometidas por
las autoridades electorales (CNE) y, por la presunta irresponsabilidad de la Mesa
de la Unidad Democrática (MUD). Por su parte, la MUD se ha negado a reconocer
los resultados¹ y ha solicitado una auditoría global del proceso. Además inició -con sus equipos-, la documentación de las
irregularidades por cada entidad federal.
Luis Almagro, Secretario General de la OEA acusó
a la MUD de “transformarse en un instrumento esencial del eventual fraude y de
demostrar que no tiene reflejos democráticos como para proteger los
derechos de la gente en este caso el voto”.² María Corina
Machado, indicó que las 5 gobernaciones ganadas por la MUD fueron “asignadas”
por el régimen de Maduro a cambio de una negociación.³ Países como Canadá, Estados Unidos y España y corporaciones
como la Unión Europea exigieron una revisión y aclaratoria sobre el proceso de
elecciones regionales. El resultado electoral 15-O tuvo varias causas; pero reducir
su análisis inculpando a la MUD no contribuye al conocimiento de lo que
verdaderamente pasó; sino a oscurecerlo.
El proceso del 15-O presentó evidentes indicios de fraude iniciados incluso
antes de su realización con la persecución y detención de líderes opositores y
con la inhabilitación política de diputados y gobernadores.⁴ Además, se
practicó la reubicación de centros de votación y de electores; entre otras graves
irregularidades. Pero el fraude más evidente ocurrió en el estado Bolívar. Allí,
el líder opositor Andrés Velásquez logró obtener una estrecha victoria⁵ sobre
el oficialista Justo Noguera; quien finalmente recibiera la proclamación del
CNE, entre gallos y media noche.
En las elecciones del domingo, la MUD perdió
2.873.713 votos en comparación con su participación electoral de diciembre del
año 2015.⁶ A esa pérdida de su capital electoral -que sin duda alguna fue
determinante en el resultado general-, se agregan las múltiples irregularidades
acontecidas durante el proceso. Es fácil suponer que vendrán otras medidas,
esta vez de naturaleza jurisdiccional contra los cinco candidatos de la MUD que
ganaron en los estados Anzoátegui, Nueva Esparta, Mérida, Zulia y Táchira. Es
decir, la situación puede complicarse mucho más.
Se ha abierto un debate sobre la actuación de la
MUD en las elecciones regionales. Para sus adversarios más extremistas ubicados
dentro y fuera del país, la MUD es un grupo “colaboracionista” del régimen de
Maduro, que por ende, tendría que desaparecer. De allí, emergen argumentaciones
descalificadoras contra el esfuerzo de miles de venezolanos que con su voto
dieron el triunfo a la oposición en 5 entidades federales (por cierto, 2 más
que las obtenidas en 2013).⁷
Es público y notorio que desde hace tiempo
existen serios enfrentamientos, fraccionamientos y discusiones a lo interno de
la oposición democrática por su conducción, la fijación de los objetivos a
alcanzar y de los medios para alcanzarlos. Ese debate se agudizará ahora y, tal
como están las cosas, interferirá en la realización de los necesarios procesos
evaluativos y críticos que suponemos se realizarán en la oposición venezolana.
La sobrestimación del alcance del evento
electoral y de los resultados a conseguir, creo
constituye un elemento importante para la explicación de la frustración
reinante en el electorado. En realidad, el bloque democrático confundió la
lectura del rechazo popular de la gestión de Nicolás Maduro -ubicada por las
encuestadoras en un 80%- con la intención real de voto regional. La elección de gobernadores es un evento
diferente a un proceso nacional.
Por otra parte, era difícil que la oposición
consiguiera las 20 gobernaciones que algunos pronosticaban. Hay estados como
Apure, Cojedes, Delta Amacuro, Guárico, Portuguesa, Trujillo y Vargas, donde los
candidatos de la MUD tenían una cuesta muy empinada que remontar en poco tiempo.
Por último, la ciudadanía recibió del bloque democrático un mensaje
contradictorio y no unitario. Por una parte se hizo un llamado a votar y, por
otro lado se llamó a la abstención. Esa dialéctica generó confusión en el
electorado.
La “institucionalidad semipública” y clientelar
al servicio del Estado desempeñó una función de organización, movilización y
control determinante durante el proceso electoral. Me refiero a las bases de
misiones socialistas, los comités de lucha popular, las UBCH, la misión “Madres
del Barrio, los consejos comunales y los CLAP. La MUD no posee una estructura
organizativa similar porque maneja otros valores éticos y políticos que no se
basan en la cooptación y el control de voluntades y, en segundo lugar, la plataforma carece de
los recursos para implementarla.
En este contexto, acusar a la MUD de ser un
instrumento al servicio de un fraude o descalificar los triunfos obtenidos por
la coalición, resulta un argumento muy simplista o por lo menos, demuestran
desconocimiento de cómo van las cosas en el país. Insisto en la necesidad que
tiene el bloque democrático de realizar un análisis desprejuiciado de lo que
pasó. Esa es la única vía para reponerse y, seguir adelante por el cambio
democrático.
Saludos a todos.
@migonzalezm
Notas
¹ La Mesa de la Unidad Democrática en fecha 16
de octubre de 2017 desconoció en forma pública notoria y comunicacional los
resultados electorales regionales. El Nacional, 16 de octubre 2017.
² Mensaje del Secretario General sobre
Venezuela. www.oas.org 16 de octubre de 2017.
³ Declaraciones de María Corina Machado, en
VPItv (youtube) 16 de octubre de 2017
⁴ En el estado Miranda, por ejemplo, fueron
inhabilitados por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), los alcaldes Ramón
Muchacho (municipio Chacao) y David Smolansky (municipio El Hatillo) y por la
Contraloría General de la República (CGR), la diputada Adriana D’Elia y el
gobernador Henrique Capriles.
⁵ Según Andrés Velásquez, él obtuvo 272.970
votos (50.42%) frente Justo Noguera que alcanzó 268.361 votos (49.58%)
⁶ En las elecciones parlamentarias de 2015, la
MUD consiguió 7.726.066 votos; mientras que en estas elecciones regionales
alcanzó 4.852.353 votos. El descenso del PSUV fue sustantivamente menor de
5.622.844 de votos en 2015 pasó a 5.571.879 en 2017.
⁷ En las elecciones regionales de 2013, la MUD
ganó tres (3) gobernaciones; a saber: Lara (Henry Falcón), Miranda (Henrique Capriles
Radonsky) y Amazonas (Liborio Guarulla, inhabilitado por la Contraloría General
de la República). En estas elecciones la Mesa ganó en cinco (5) entidades
federales: Anzoátegui (Barreto Sira), Mérida (Ramón Guevara), Nueva Esparta
(Alfredo Díaz), Táchira (Laidy Gómez) y Zulia (Juan Pablo Guanipa).
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