La pretendida relación entre el posmodernismo, la posverdad y la
historia nace de la preocupación sobre la creciente manipulación de los hechos
y de la Historia que se percibe en la realidad socio-política y comunicacional
actual.
El posmodernismo; entre otros supuestos considera la historia desde un
punto de vista poliédrico con la finalidad de liberarla de los tradicionales
moldes académicos o metodológicos (Aurell y Burke, 2013). Y aunque no de manera
necesariamente premeditada ese concepto poliédrico de la historia podría ser el
germen de esa tendencia denominada “posverdad” que se basaría en que los hechos
objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública, que en
la apelación a la emoción y a la creencia personal (Bianco, 2017).
¿Acaso
la manipulación intencionada de hechos, documentos y textos históricos no
correspondería al uso de criterios basados en la posverdad para influir en
determinados públicos; a fin de obtener cierto provecho? ¿No contribuiría la
posverdad a la reducción de la cientificidad y pertinencia de la historia? ¿Una
historia manipulada no contribuiría a desconstrucción de una ciudadanía y una
colectividad consciente de su pasado histórico? En tal sentido, el
reconocimiento de la amenaza de la posverdad para la cientificidad del estudio
de la historia, ofrece a su vez, una oportunidad formidable para rescatar la
verdadera dimensión del conocimiento histórico y su utilidad transcendente en la
construcción de una ciudadanía democrática.
@migonzalezm
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