martes, octubre 29, 2024

Las comunidades en movimiento: las huellas de las Ligas de Colonos I

 

La historia de los movimientos comunitarios en Venezuela, desde principios del siglo pasado, resulta ser un tema apasionante. Pues, se trata de indagar y descubrir las entrañas de la historia social de nuestro país, desde sus bases como lo son las comunidades y sus expresiones asociativas. Los grupos comunitarios forman parte de otros movimientos más amplios que, en el caso venezolano reunieron a los trabajadores, a los maestros, a los estudiantes, a las mujeres y a el movimiento de los artesanos que se fueron formando durante el gomecismo, a pesar de la represión y persecución de ese régimen y que emergieron con mucha fuerza reivindicativa después de la muerte del dictador.

Sobre el origen específico de los movimientos comunitarios en Venezuela hay un consenso relativo que apunta a las llamadas Ligas de Colonos que surgieron en Caracas a partir de los años treinta; en medio de una crisis social y urbanística por la que atravesaba la ciudad y en la cual los sectores populares asumieron los reclamos por el acceso a los servicios públicos (agua y transporte) y el acceso y alto costo del alquiler de las viviendas y de las pensiones.  Sin embargo, hay imprecisiones en cuanto a su denominación de Liga de Colonos y en torno a su origen. Ambas interrogantes podrían encontrar respuesta en la migración interna de los sectores rurales hacia la ciudad (de Caracas) y que se tradujeron en la fundación de barrios en lugares marginales como en cerros y quebradas y, en terrenos particulares y baldíos. Es decir, esas invasiones fueron protagonizadas por personas migrantes que terminarían siendo llamados Colonos y cuyo origen era la provincia del país.

Sobre las primeras Ligas de Colonos hay consensos relativamente aceptados. Por ejemplo, la historiografía ha venido aceptando el surgimiento de las Ligas en las parroquias de Santa Rosalía (1920), San Agustín, Antímano y La Vega a partir de 1930. Al respecto, se afirma que la parroquia San Agustín fue pionera de la organización popular y cultural. En el año de 1930 se constituye la primera organización denominada Liga de los Colonos como una iniciativa de dos sectores de la Parroquia Santa Rosalía: el Barrio San Agustín del Sur y el Barrio San Agustín del Norte que en el futuro llevaría a la independencia de la Parroquia Santa Rosalía, según consta en la Gaceta Municipal Número Extraordinario del 22 de diciembre de 1936, en el que se decreta la creación de la Parroquia San Agustín. (Hernández, Agapito, periódico San Agustín, Pág. 15. 2005).

La Liga de Colonos de San Agustín estuvieron integradas por profesores universitarios, dirigentes de partidos políticos, empresarios, comerciantes, representantes de la iglesia católica, estudiantes, obreros, amas de casas y autoridad civil. Y suele afirmarse que durante su existencia se lograría reivindicaciones principalmente para los habitantes de la parte sur, como fueron pavimentación de algunas calles, alumbrado público, empotramiento de aguas servidas y aguas blancas, escuelas, dispensarios, el mercado libre en el antiguo Nuevo Circo de Caracas y la rebaja de los precios de los terrenos.

Con datos duros podemos afirmar que, la Liga de Colonos (al menos, la ubicada en San Agustín) inició sus actividades en 1936, siendo legalizada en 1937 y manteniéndose activa y en relación con los habitantes de la parroquia. Al respecto, cabe mencionar el proceso de renovación de su directiva realizada en 1944, según se recogía en nota informativa, el Diario El País en su edición de fecha 8 de febrero de ese mismo año. La nueva Junta Directiva escogida para la Liga de Colonos de San Agustín estuvo encabezada por Julia de Romero y Margarita Monje quienes informaron que la entidad para ese momento contaba con 358 miembros. Un dato adicional -y unos años antes- fue que Rómulo Betancourt (líder del Partido Democrático Nacional y, posteriormente presidente de la República de Venezuela) escribía en su columna del Diario Ahora que desde el Ministerio de la Sanidad se había realizado una donación a la Junta Administradora de La Liga de Colonos en 1938 para atender unas emergencias, producto de las lluvias en esa parroquia. Este hecho nos indica el grado de consolidación institucional que tenía la entidad comunitaria.

También las Ligas de Colonos son asociadas a la gestión de los concejales de Acción Democrática (AD). Los representantes electos de AD que formaron mayoría en el Concejo Municipal de 1939 a 1942, (…) se centraron en organizar una mejora de los barrios existentes. Crearon la Caja Municipal de Crédito Popular, un fondo municipal para otorgar préstamos públicos a particulares para financiar la construcción de sus viviendas. Ese mismo año, el cabildo estableció sus primeras Juntas Pro-Mejoras (consejos ejecutivos responsables del desarrollo urbano) a nivel parroquial y de barrio; así como las Ligas de Colonos (asociaciones de colonos). Un dirigente de AD, llamado Gonzalo Barrios, también estableció un Consejo Ejecutivo Humanitario llamado Junta Pro-Habitantes de Puentes y Quebradas (Olliver, 2023).

Alrededor de la Liga de Colonos de San Agustín se abre un debate sobre su naturaleza como asociación vecinal independiente o adscrita a un partido político en este caso Acción Democrática (que en sus inicios se denominaba Partido Democrático Nacional) o también del Partido Comunista de Venezuela (PCV), otrora gran partido que junto al partido AD impulsó la organización en los barrios. En todo caso, queda establecida la existencia de la Ligas de Colonos como organizaciones primarias de la organización comunitaria a principios del pasado siglo XX.

Un comentario final, de esta primera entrega lo referimos a la presencia de estas organizaciones vecinales en otras parroquias de Caracas (y debe ser así), aunque nos falta -por ahora-, la documentación pertinente de Santa Rosalía (a partir de 1920) y en Antímano y La Vega (en los años treinta). Al respecto, cabe señalar la necesaria revisión hemerográfica para contrastar su existencia y alcance y, enriquecer y ampliar el conocimiento de los orígenes de los movimientos comunitarios en Venezuela. En eso andamos, amigos…



domingo, octubre 27, 2024

La Regulación del Alquiler de Viviendas y las Asociaciones Ciudadanas 1939-1941

 

Planteamiento del problema

 

En 1939, el gobierno del presidente Eleazar López Contreras decretó la regulación del precio para el alquiler de viviendas, en el marco de una política general de control de precios. Este Decreto de fecha 9 de septiembre de 1939 supuso -por primera vez en Venezuela-, el establecimiento de una medida de naturaleza proteccionista que declaraba como un asunto de primera necesidad el monto a pagar por el alquiler en las pensiones en Caracas; y asimismo creaba las Juntas Reguladoras de Precios. Los propietarios de inmuebles o de viviendas de alquiler consideraron la medida intervencionista del gobierno sobre la propiedad privada.

 

En ese mismo sentido, para 1940, el gobierno de López determina mediante un Decreto de fecha 7 de enero de ese mismo año que las mencionadas Juntas Reguladoras de Precios determinarían los precios máximos de pensiones de arrendamiento (alquiler) de las viviendas y locales y edificios para comercio que expendieran productos de primera necesidad.

 

Las medidas adoptadas por López Contreras respondían de cierta manera a las exigencias populares. Ya para 1934, las denominadas Ligas de Colonos[1] habían realizado manifestaciones en contra de lo que consideraban un monto excesivo por el pago de viviendas de alquiler. También en y durante las protestas de 1936 el tema del transporte público y del costo de esos alquileres tuvieron su espacio particular.

 

En la arena política y forma simultánea, en el año1939 el Partido Democrático Nacional (PDN), bajo la orientación de Rómulo Betancourt promovía la creación de las Ligas de Inquilinos como un mecanismo de fiscalización ciudadana sobre el comportamiento del costo de los alquileres. En síntesis, alrededor de esa política habitacional de López Contreras confluyeron entonces varios actores del Estado y la sociedad civil (con intereses diversos y hasta contradictorios); a saber: i) el propio gobierno; ii) los colonos o inquilinos que protestaban el precio de los alquileres; iii) los propietarios de los locales, que consideraron un abuso la decisión pública y, iv) los partidos políticos que adoptaron la protesta social y buscaron organizarla.

 

Una aproximación al marco histórico

 

La llegada del General López Contreras al poder significó una apertura considerable a las serias restricciones que había impuesto al  país la dictadura del General Juan Vicente Gómez (1908-1935). Bajo la administración de Gómez se inició la explotación petrolera y de manera directa la consolidación del Estado como primer agente económico de Venezuela. La muerte del General Juan Vicente Gómez abrió las puertas e impuso los retos para la modernización del país y, por ende, para la superación de las condiciones sociales, económicas y políticas.

 

En la élite política venezolana hubo un intenso debate sobre el papel que debería desempeñar el Estado en el marco económico. Al respecto, Alberto Adriani y Manuel Egaña ambos ministros de la administración de López[2], fueron defensores de la intervención del Estado en la economía. Bajo la influencia de ambos intelectuales, la gestión gubernamental se desarrolló bajo una orientación intervencionista con dos documentos técnicos fundamentales, a saber: el Programa de Febrero (1936) y el Plan Trienal (1939-1941). En ese contexto, la intervención estatal en la economía se basaba en la planificación y con una visión que buscaba la protección de la población y saldar la deuda social que había dejado la dictadura de Gómez.

 

Al respecto Trino Márquez señala:

 

(…) el Programa de Febrero coloca el énfasis de la acción estatal en el área laboral, higiene pública y asistencia social y educación. Se entiende así, pues son los campos donde el país arrastra mayores dificultades. Con ese programa, por primera vez en la historia contemporánea, el Estado confecciona un conjunto de medidas orientadas de manera sistemática algunos de los problemas sociales más agudos que confronta la nación.[3]  

 

Y en cuanto al Plan Trienal, Márquez nos indica:

 

(…) este documento reviste particular interés en la historia del Estado venezolano, pues constituye el antepasado más distante de los planes de la nación que se diseñan en el período democrático que se inicia en 1958. Con ese proyecto busca dar orientación estratégica y coherencia a su gestión gubernamental. Se puede afirmar que el Plan Trienal representa, en un nivel más elaborado, la continuidad del Programa de Febrero.[4]

 

Así pues, que el Decreto del 9 de septiembre de 1939 se ubicaría en ese contexto de planificación de políticas económicas como una medida para disminuir el costo de la vida y las ganancias especulativas. El decreto determinaba una lista de “productos de primera necesidad” que incluía los cánones de arrendamiento.

 

La visión de las organizaciones sociales

 

Los arrendatarios (como una parte de la sociedad civil) no encontraron justicia en los cánones de alquiler asignados por las autoridades públicas. Y en realidad, la posibilidad de abrir a la oferta y demanda los cánones de arrendamiento que determinara “precios justos” era dificultoso por la baja existencia de viviendas de alquiler y la informalidad de las pensiones u hospedajes que quedaban al margen de toda normativa.

 

(…) con el Decreto de Eleazar López Contreras del 9 de septiembre de 1939 se inició la historia de las inútiles y populistas declaratorias como “artículos de primera necesidad en todo el territorio de la República” de diversos artículos del sector alimentos, del sector habitacional, del vestido, del sector transporte, combustibles y fuerza motriz, materias primas y productos manufacturados, así como medicinas, drogas y aparatos medicinales.[5]

 

Las críticas a las medidas del gobierno se acrecentaron con el Decreto del 7 de enero de 1940 que otorgó funciones ejecutivas a las denominadas Juntas Reguladoras de Precios: 

 

(…) “los tipos máximos de las pensiones de arrendamiento (alquileres) de las viviendas y locales o edificios para comercio que expendan artículos de primera necesidad”[6]

 

Para Carlos García Soto, el 9 de septiembre de 1939 el presidente Eleazar López Contreras decretó el primer control de precios en la historia de Venezuela. La intención fue proteger a los ciudadanos del impacto que tendría el descenso de la oferta porque, a raíz del inicio de la Segunda Guerra Mundial, países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia recortaban sus exportaciones. La medida fracasó y se registró una importante aceleración de la inflación.[7]

Mientras los inquilinos se plegaron a las decisiones gubernamentales a la vez que mostraron su fuerza y organización en distintas barriadas caraqueñas como Antímano, La Vega y San Agustín desde donde impulsaron las Ligas de Colonos, en primer término, como mecanismos de presión y de protesta y luego, con las Ligas de Inquilinos apoyadas por los partidos políticos.

 

A modo de conclusión

 

El establecimiento del Decreto del 9 de septiembre produce una diferencia sustancial entre el Estado y sectores de la sociedad civil en cuanto al tratamiento de ciertos temas de la política económica venezolana y, más específicamente al ámbito de arrendamiento de viviendas. Para el gobierno se trataba de una acción política para la protección social de la población concebida dentro de un conjunto de políticas públicas contenidas en Programa de Febrero (1936) y el Plan Trienal (1939-1941). De hecho, luego del Decreto del 9 de septiembre de 1939, en materia inmobiliaria se inició un largo proceso de regulaciones legales, normativas y procedimentales que han afectado la oferta y la demanda del mercado de viviendas de alquiler.



[1] El Diccionario de Historia de Venezuela registra las manifestaciones de las Ligas de Colonos (asociaciones vecinales que agrupaban también a inquilinos) en contra de los altos costos de los alquileres de viviendas y pensiones.

[2] Alberto Adriani se desempeñó como ministro de Agricultura y Cría (creado en 1936) y  también como ministro de Hacienda, Manuel Egaña, por su parte, fue ministro de Fomento (1938-1941).

[3] MARQUÉZ, Trino. El Estado Social en Venezuela. Ediciones del Congreso de la República. Caracas, Venezuela 1992.

[4] Ibidem, 29 pp

[5] Centro de Divulgación Económica para la Libertad (CEDICE), Propuesta  de Ley de Arrendamientos Inmobiliarios. Caracas Venezuela, 26 pp. S/F

[6] Presidencia de la República de Venezuela. Decreto del 7 de enero de 1940 sobre las funciones de las Juntas Reguladoras de Precios. Caracas, Venezuela. 1940.

[7] SALMERÓN, Víctor. 77 años de extravíos: los controles de precios en Venezuela. Prodavinci. Caracas, Venezuela. 5 de septiembre de 2015.

miércoles, octubre 16, 2024

Tras las huellas de la participación vecinal con Josefina Baldó

 


Hoy, tuvimos una muy grata conversación con la arquitecto Josefina Baldó, distinguida dama y profesional dedicada en el campo de las políticas públicas al sector vivienda y muy especialmente a la vivienda de los sectores populares, con resultados exitosos.

Repasamos temas referidos al Consejo Nacional de Vivienda, a las famosas OCAS y al empeño sostenido desde su enfoque a incorporar con protagonismo a los ciudadanos en la ejecución de las políticas. Y es que así como los vecinos fueron determinantes en el proceso de democratización del sistema electoral venezolano, así también en el ámbito de las políticas públicas de vivienda fueron protagonistas con su participación en el alianza con el Estado. 

Gracias a Josefina Baldó, y por supuesto, a Maiber Ruiz coordinadora de su equipo.



martes, octubre 15, 2024

Tras las huellas del movimiento vecinal con Franklin Fray


 

Hoy, 15 de octubre, me tocó conversar con Franklin Fray destacado dirigente vecinal de larga trayectoria de trabajo y de lucha. Con Franklin intercambiamos criterios metodológicos para continuar con el arqueo de fuentes documentales para elaborar una historia de los movimientos comunitarios venezolanos.

Muy pronto abordaremos el trabajo de investigación que hoy delimitamos. Y por supuesto, siempre agradecido con mi amigo Franklin Fray.

domingo, octubre 13, 2024

Con Agapito tras las huellas de la historia vecinal en Venezuela


 




Estuve con Agapito Hernández, caraqueño de San Agustín e historiador local de esa parroquia, en amable encuentro conversando sobre el desarrollo de las organizaciones de vecinos en esa localidad tan tradicional como auténtica de nuestra ciudad capital. Nos reunimos en el Museo de Arquitectura, ubicado en el centro de la ciudad, cercano al Nuevo Circo, a Parque Central, a la Galería de Arte Nacional; en una zona que con un poco de iniciativa y planificación se podría crear un circuito cultural interesante.

Con Agapito conversamos sobre los orígenes de los movimientos vecinales en San Agustín como la Liga de Colonos, las Junta Promejoras, las Juntas Profomento y las asociaciones de vecinos entre otras. Como saben el movimiento vecinal es una de mis tres líneas de investigación (las otras dos versan la participación ciudadana y el municipio en Venezuela).

De Agapito, se aprende mucho por su dedicación y trabajo metodológico y su conocimiento de los movimientos vecinales en Venezuela. Jubilado de la Asamblea Nacional, con publicaciones sobre la historia de la parroquia San Agustín es coordinador de al Red Metropolitana de Cronistas de Caracas, entidad que reúne a historiadores locales de las distintas parroquias de la capital.

Agradezco mucho la atención y el tiempo de Agapito Hernández. pronto conversaremos de nuevo.

martes, octubre 08, 2024

La Mentalidad Venezolana de la Emancipación (1810-1812) de Elías Pino Iturrieta (Reseña)

 


Una nota sobre el autor

Elías Pino Iturrieta nació en Maracaibo (1944). Es Licenciado en Historia por la Universidad Central de Venezuela (UCV, 1966) y Doctor en Historia por El Colegio de México (1969). Ha ejercido la docencia y la investigación en la UCV y en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Fue Decano de la Facultad de Humanidades de la UCV, Presidente de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Galleos (CELARG), Vocal principal del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), Director del Instituto de Investigaciones Históricas y Coordinador del Doctorado en Historia de la UCAB. Es Numerario de la Academia Nacional de la Historia y Editor Adjunto del diario El Nacional.

El Dr. Elías Pino Iturrieta -a lo largo de su carrera como investigador-, ha producido numerosos y trascendentes trabajos sobre el proceso histórico venezolano que han cimentado el acervo historiográfico del país. Entre sus obras destacan: “La mentalidad venezolana de la emancipación, 1810–1812”, “Ideas y mentalidades de Venezuela”, “Fueros, civilización y ciudadanía”, “Venezuela metida en cintura, 1900–1945”, “El divino Bolívar”; entre muchas otras.

El tema central de la obra

La investigación fue elaborada como tesis para optar título de Doctor en Historia, por el autor en en El Colegio de México en el año 1969. El texto se ubica como una investigación historiográfica centrado en el estudio de las ideas que fundamentaron la acción de los grupos que les tocó dirigir el proceso revolucionario independentista entre los años 1810 y 1812.

El estudio; según el propio autor se aleja del tradicional “relato bélico” de la independencia de Venezuela. En tal sentido, se produce un refrescamiento de la narrativa histórica venezolana que rescata la visión civil y política de ese proceso, ahora lo predominante el nacimiento de una nueva mentalidad en Venezuela, una mentalidad cuestionadora del sistema ideológico sustentador del régimen colonial y propiciador del cambio histórico en el país.

Con La Mentalidad Venezolana de la Emancipación 1810-1812 se narran las peripecias de los inicios del pensamiento emancipador venezolano; mediante el rescate de las críticas de Simón Rodríguez o los escritos revolucionarios de Miguel José Sanz o las propuestas revolucionarias de Manuel Gual y José María España. Así también, cobran protagonismo los medios de comunicación de aquella época; los cuales durante algún tiempo estuvieron al servicio de la causa independentista; tales como: la Gazeta de Caracas, el Mercurio Venezolano, el Semanario de Caracas, el Publicista Venezolano o El Patriota Venezolano.

La obra está organizada en tres partes claramente diferenciadas dentro de un hilo conductor: el surgimiento y desarrollo un nueva mentalidad emancipadora en la Venezuela de principios del siglo XIX, de los tiempos de la primera República entre 1810 y 1812, con el propósito de construir una identidad colectiva alrededor de la independencia.

La primera parte, titulada “En Venezuela se gesta una nueva mentalidad” nos lleva a conocer los inicios del pensamiento contestatario y modernista en la Venezuela de finales del siglo XVIII; mediante “cierta literatura exótica” proveniente de Europa y más específicamente del cercano Caribe. Así, el ideario renovador, portador de “gérmenes de libertad” comenzó a circular en la colonia y Capitanía General, gracias al intercambio mercantil con la metrópoli, que mediante sus dos modalidades, una la formal y la otra el contrabando trajo consigo adosado, textos con ideas libertarias.

En este primer segmento se puede conocer que la aceptación de las nuevas ideas modernistas pasó por el tamiz de la discusión y el debate entre los miembros de la élite de la sociedad colonial venezolana conformada por los mantuanos. Como testimonios de la nueva mentalidad emancipadora se destacan los trabajos críticos y alternativos de Simón Rodríguez¹ (en el tema educacional), la crítica social de Miguel José Sanz² y el fallido movimiento pro-independentista encabezado por Manuel Gual y José María España³ en 1794.

La segunda parte del texto titulada “La nueva mentalidad se expresa en los impresos públicos” presenta la presencia de la mentalidad revolucionaria en Venezuela en los medios impresos públicos durante el período 1810-1812; tales como: la Gazeta de Caracas⁴, el Mercurio Venezolano⁵, el Semanario de Caracas⁶, El Publicista de Venezuela⁷ y el Patriota de Venezuela⁸. Un elemento importante de esta parte es la presencia de los Derechos del Hombre y del Ciudadano como parte ideológica de la nueva mentalidad emancipadora venezolana de comienzo del siglo XIX. Así mismo, se recoge como parte de la propaganda impresa la Justificación de la Independencia y la visión que tenía la vanguardia intelectual independentista sobre los Estados Unidos de América.

Se recoge en este segmento, el debate ideológico en torno a la libertad de culto en la Venezuela que surgía a principios del siglo XIX en medio de una férrea tradición religiosa y donde la fe católica ocupaba un lugar prevaleciente.

La tercera y última parte de la investigación, titulada “La nueva mentalidad no es homogénea” se plantea en torno a la heterogeneidad y diversidad del pensamiento modernista a principios del siglo XIX. Al respecto, se consideran los planteamientos del padre Juan Navarrete⁹; así como también los planteamientos de Juan Buscat¹ᴼ, Francisco Espejo¹¹ y Juan Germán Roscio¹². En la acera de enfrente se ubica a Monseñor Narciso Coll y Prat¹³, destacado crítico y opositor al avance de las ideas modernistas en la Venezuela colonial; pero revolucionaria.        

Los fundamentos argumentales

La investigación historiográfica desarrollada por el autor es un estudio ideológico; es decir, de las ideas que orientaron la acción de un movimiento social contestatario al régimen establecido en la Venezuela colonial. No cabe duda que para el autor, las ideas son el motor de la acción de los hombres y, esto ocurre con mucha más fortaleza cuando de por medio se encuentra un proceso de cambio social, como lo fueron los inicios de la gesta emancipadora venezolana.

Las ideas también contribuyen a la formación de colectividades; mediante la construcción de identidades, propias o asimiladas de otras partes, de otras culturas; pero que en algún momento o circunstancia de una región sirven para la conformación de un nuevo Estado, de una nueva nación. Con esa visión se aborda la llegada de la denominada modernidad a la Venezuela colonial, que para principios del siglo XIX; aún continúa siendo una Capitanía General más del impero español; pero que comienza a recibir insumos que edificarán una nueva mentalidad, ahora emancipadora.

Así, la obra nos recrea en el origen paradójicamente europeo del pensamiento independentista en Venezuela y que se convirtió en una herramienta incruenta y “cuya semilla trataron de desarraigar con afán los ejércitos del rey y buena parte de los venezolanos amigos de la metrópoli” (Pino, 1972). Por supuesto, las ideas que forjaron el ideario independentista asimilado por la élite colonia, no surgieron de un día para otro; sino que esas visiones modernistas fueron llegando y abriéndose espacio en los círculos mantuanos de Caracas, que así recibieron otra lectura ideológica del ordenamiento social y político del mundo.

En el texto, el centro de la narración histórica independentista deja de lado el tradicional enfoque belicista y pasa a ser una reconstrucción del pensamiento cívico y político que dio impulso a una gesta emancipadora. Bajo este enfoque historiográfico y cultural se va a construir una relación directa y coherente entre una visión ideológica y una acción política. La idea, la mentalidad prevalece sobre la acción, las críticas de Miguel José Sanz o la intentona de Gual y España en (momentos y circunstancias distintas). Por ejemplo, no constituyeron manifestaciones espontáneas ni obedecieron a un mero sentimiento libertario y voluntarista; sino que bajo esas expresiones intelectuales y políticas yacía una arquitectura de conceptos, que una vez asimilados indujeron a la acción.

El hecho de que el proceso libertario se iniciara con base a la construcción de un fundamento ideológico y no militar, no supuso una ausencia de confrontación y debate entre los actores involucrados a favor o en contra del ideario emancipador naciente. Y allí, justo se trabaja el tema periodístico y propagandístico. En efecto, el estudio historiográfico contenido en La Mentalidad Venezolana de la Emancipación 1810-1812, acude a los repositorios históricos de ideas por excelencia, como son los medios impresos públicos; pues al decir del autor serán los órganos mediante los cuales se expresan los argumentos y las promesas insurgentes, en un mecanismo que visto en conjunto, se muestra coherente a pesar de pequeñas variantes que resaltan en algunos en particular, especialmente en el respectivo proceso de introducción de la ideas modernas y a su forma de expresión, más no en lo tocante a la base de las argumentaciones (Pino, 1972).

Junto con la valoración de los medios impresos como estandartes de ideas y proposiciones socio-políticas, se mencionan cuatro documentos alrededor de aspectos cruciales en la conformación de una plataforma ideológica para la Primera República 1810-1812; a saber: el debate sobre el contrato social¹⁴,  la publicación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano¹⁵, el debate sobre la libertad de culto¹⁶ y la Justificación de la Independencia de Venezuela¹⁷.

Junto a los manifiestos documentales, se agrega la diversidad de enfoques sobre las ideas modernistas que sirvieron de plataforma a la gesta independentista en los albores del siglo XIX; mediante la cita de intelectuales contemporáneos que compartieron o debatieron los intentos por construir una identidad nacional; uniendo factores políticos y culturales.

Balance crítico

El estudio de la mentalidad venezolana de principios del siglo XIX ofrece -en efecto-, una visión de las ideas predominantes en la vanguardia social y política, que le correspondió dirigir los  inicios de  de la lucha independentista en Venezuela. Esa visión de los valores predominantes se encuentra fundamentada en la investigación historiográfica desarrollada por el autor. La investigación historiográfica acudió a una revisión bibliográfica; así como a la  consulta de fuentes de los testigos de la época.

 Un elemento sustancial de la investigación sobre La Mentalidad de la Emancipación 1810-1812 fue la revisión de la prensa caraqueña de la época que permitió conocer en dos momentos diferentes (como fueron el inicio y la caída de la Primera República) el posicionamiento comunicacional y, por lo tanto cultural del ideario independentista en los medios de comunicación. Un ejemplo claro, al respecto lo representa la Gazeta de Caracas que transitó momentos editoriales contrapuestos; bajo el breve período independentista y bajo el retorno de la administración colonial.

La Mentalidad Venezolana de la Emancipación nos ubica en las potencialidades que pueden tener un conjunto estructurado de ideas y valores culturales (aunque no necesariamente de la mejor manera) para impulsar la creación de identidades colectivas, en torno a ciertos y determinados valores abstractos -pero reales- como lo son: la libertad, la independencia y, por ende, la construcción de algunas nuevas naciones; tal como en efecto, ocurrió en la América colonial española.

Las ideas que dieron sustento a la emancipación americana llegaron justo del viejo continente, vinieron entre mercancías y contrabando de una Europa que había comenzado a una renovación ilustrada. Pero además esas mismas ideas tuvieron otros portadores como los llamados “diabólicos luteranos y calvinistas” y, los también perseguidos curas holandeses. No pudo la censura del Consejo Real ni tampoco la aplicada a los estudiantes de la Universidad de Caracas impedir que esas ideas llegaran y renovaran la mentalidad de la élite mantuana (y quizás de otros sectores sociales menos favorecidos y también silenciados) y, se convirtiera en elemento que articuló lo ideológico y lo cultural para crear una nueva identidad.

La Mentalidad Venezolana de la Emancipación nos recuerda y nos advierte la característica relacional de las distintas manifestaciones culturales, sociales y políticas que se entrelazan para abrir oportunidades a que grupos humanos se arriesguen a cambiar su tiempo.

 

NOTAS

¹ Simón Rodríguez, el maestro de nuestro Libertador Simón Bolívar, representante de la visión crítica del sistema educativo colonial, en 1794 presentaba “Unas reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento” en dicho trabajo ya comenzaban a verse los inicios de la modernidad en el corazón del sistema colonial: su sistema educativo.

² Miguel José Sanz, además de su actividad editorial en el Semanario de Caracas donde expresó su visión crítica y social es autor del “Discurso pronunciado en el acto solemne de instalación de la Real Academia de Derecho Público y Español” (18-12-1790) y el “Informe sobre la Educación Pública durante la Colonia” inicia el desmarque del viejo pensamiento europeo.

³ Manuel Gual y José María España encabezaron un fallido movimiento pro-independentista que lejos de ser improvisado “ideológicamente” demostró, por el contrario, un importante tejido teórico. Así lo demuestran las Ordenanzas (preparadas para la revolución) y piezas discursivas como “Habitantes libres de la América Española”. Gual y España consideraban que los cuatro fundamentos de los derechos de los hombres eran la igualdad, la libertad, la propiedad y la seguridad.      

La Gazeta de Caracas. Le correspondió cubrir el final de la colonia y el nacimiento del nuevo orden republicano. En una primera etapa desde 1808 hasta abril de 1810 es un órgano difusor del régimen colonial; a partir de 1810 y hasta mediados de 1812 está alienado con la emancipación y el proceso independentista.

El Mercurio Venezolano circuló brevemente entre los meses de febrero y julio del año 1811. A pesar de su corta vida, sus páginas contienen importantes elementos modernistas y emancipadores. Este medio impreso sirvió al movimiento independentista para explicar el movimiento surgido en Caracas y sus principales postulados.

El Semanario de Caracas circuló entre noviembre de 1810 y julio de 1811. Reunió a dos editores con visiones contrapuestas Miguel José Sanz y José Domingo Díaz. Sanz estuvo encargado de la Sección de Política; mientras Díaz, era responsable de la Sección de Estadística. El Semanario de Caracas publicó una extensa teoría de la sociedad basada en la Ilustración europea.

El Publicista de Venezuela circuló entre los meses de julio y noviembre de 1811. Este medio impreso fue el órgano oficial del Congreso de la Primera República; cuyo objeto fue hacer públicas las deliberaciones y mandatos de la nueva magistratura.

El Patriota de Venezuela circuló entre el mes de enero de 1811 y enero de 1812. Fue el órgano de la Sociedad Patriótica y recogía los documentos de las sociedades patrióticas.

Juan Antonio Navarrete fue un sacerdote, filósofo e historiador que osciló entre la visión tradicionalista y el modernismo creciente en las colonias americanas. Si se quiere el Padre Navarrete representa una transición entre dos visiones de la vida. La tradicional basada en el pensamiento clerical y la insurgente y orientada hacia la modernidad.   

¹ᴼ Juan Buscat fue un abogado francés que dentro de su visión modernista propuso un proyecto de reivindicación de los aborígenes vecinos a Barcelona; así como también un amplio proyecto de reurbanización de esa ciudad denominado: “Proyecto de mejora para la ciudad de Barcelona”. Buscat representa el espíritu de modernización que comenzaba a dominar en la Venezuela colonial.

¹¹ Francisco Espejo, destacado revolucionario que se caracterizó; sin embargo, por sus posiciones marcadamente anticlericales, de acuerdo a ciertas ideas de la Ilustración europea.

¹² Juan Germán Roscio fue autor de un proyecto legislativo considerado como la base primaria de la Constitución Federal de 1811. Admirador de Inglaterra como centro de pensamiento y desdeñoso del pensamiento español, tuvo una obra escrita muy prolífica; siendo su texto más conocido: “El triunfo de la libertad sobre el despotismo”

¹³ Monseñor Narciso Call y Prats representa uno de los voceros más fuertes contra las ideas de la modernidad. Para el Obispo Call y Prats las Sociedades Patrióticas eran sinagogas, teatros de sesiones tenebrosas en donde nadie estaba seguro en medio de la oscuridad destinada a sus altercados violentos y sanguinarios.

¹⁴ El debate en torno el Contrato Social surgió debido a la propuesta de dividir a la Provincia de Caracas. Sobre el tema se enfrentaron dos sectores que utilizaron la Doctrina del Contrato Social a favor o en contra de la división de la provincia. La introducción de este debate se debió a una intervención de Juan Germán Roscio, quien planteó el cese del contrato con España; pero no la posibilidad de la división de la Provincia de Caracas.

¹⁵ La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano con varias máximas republicanas y un discurso preliminar a los americanos es considerada una pieza fundamental, para comprender la evolución de la dirigencia emancipadora. Fue publicado en 1811 con una “intención” didáctica y para que sus lectores pudieran tener una visión más exacta de los mandatos de la Independencia. 

¹⁶ El debate sobre la libertad de culto surgió por un breve escrito publicado por William Burke, en la Gazeta de Caracas (n° 20). Burke al defender la posibilidad de la libertad de culto tocó  profundas fibras de la cultura colonial tradicional, como lo era la religiosidad católica. 

¹⁷ El manifiesto que hace al mundo la Confederación de Venezuela en la América meridional fue un documento aprobado el 30 de julio de 1811, donde la dirigencia emancipadora justifica la independencia de Venezuela. En el mismo se citan los sucesos ocurridos en España y la negación de los derechos de conquista y poblamiento y, por último, la omnipotencia divina como justificativos a la independencia que recién comenzaba.