Luego del anuncio público del
Presidente Chávez; mediante el cual reconociera que quizás no podría ejercer el
período presidencial 2013-2019, el acontecer político venezolano ha entrado en
una fase de cuenta regresiva de cara a dos fechas del próximo mes de enero de
2013. La primera de ellas es el 5-E, vinculada a la instalación de la Asamblea
Nacional y, por lo tanto, a la ratificación o no de la actual Junta Directiva.
La segunda fecha, el 10-E aún más trascendente; pues supone la juramentación
del Presidente reelecto, ahora en condición
de entredicho por su estado de salud.
El Presidente Chávez, en la cadena
nacional realizada el pasado 8 de Diciembre de 2012, asentó con claridad la
ruta constitucional a seguir en caso que él no pudiera asumir el mandato para
el cual fuera elegido el Domingo 7 de Octubre de 2012. Y con mayor claridad aún,
señaló el Presidente Chávez, al Vicepresidente Nicolás Maduro como su sucesor
dentro de las filas del proceso revolucionario; postulándolo de paso como
candidato presidencial en el caso que hubiera necesidad de convocar a un nuevo
proceso electoral, de acuerdo a lo establecido en la Carta Magna.
El 8-D quedó establecida (por
el propio Presidente Chávez), una hoja de ruta constitucional y por lo tanto,
democrática y electoral para afrontar las consecuencias de la imposibilidad de
su juramentación. En tal sentido, todas las fuerzas sociales y políticas
venezolanas (y en especial el PSUV) se encuentran comprometidas a cumplir con
la ruta constitucional demarcada el 8-D. Sobre la instalación de la Asamblea Nacional
se tejen especulaciones, en torno a la continuidad de Diosdado Cabello (del ala
radical del chavismo), al frente de su Junta Directiva y de la delicada función
que le correspondería cumplir en el hipotético caso de que se tuvieran que activar
los procedimientos previstos en la Constitución.
Desde nuestro punto de vista,
el “ala militar del chavismo” cometería un error estratégico y ocasionaría un
daño irreparable al país, si tratara de ignorar las reglas de juego reconocidas
desde la Primera Magistratura, el pasado 8-D. Con la designación de Nicolás Maduro
como sucesor dentro del bloque oficial y, como posible aspirante presidencial se
establecieron un par de precedentes: uno de ellos, fue sin duda alguna la
consolidación de una “opción civilista” no extremista al frente del liderazgo
de la revolución bolivariana y, en segundo término, quedó muy claro que tanto el
Diputado Cabello como Elías Jua (del ala marxista-leninista del PSUV) les
tocará asumir roles de estricto apoyo a la línea trazada por el Presidente Chávez
y, ahora bajo el liderazgo de Maduro; so pena de colocarse al margen de la
misma con las consecuencias políticas previsibles.
Por supuesto, el mejor
escenario sería aquel en el cual el Presidente de la República pudiera asumir el
10 de Enero sin limitaciones físicas las responsabilidades gubernamentales que le
otorgó el pueblo mediante el sufragio directo, universal y directo. De ocurrir
las cosas así, todo habría sido un simple susto; sin embargo, en ese contexto
quedaría igualmente definido y determinado el liderazgo del Vicepresidente
Ejecutivo Nicolás Maduro como la opción más cercana y más confiable para el líder
del proceso. En otras palabras, la sucesión de Maduro sentencia el destino de
otros liderazgos dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Aparte de las jugadas
políticas de las distintas tendencias del bloque oficialista se encuentran las
bases populares en actitud reflexiva, vigilante y expectante. Ya esas bases
dieron una clara muestra de su “fidelidad” en las pasadas elecciones regionales
del Domingo 16 de Diciembre cuando dieron el soporte electoral suficiente para
que el PSUV obtuviera el triunfo en 20 de las 23 entidades federales del país.
Sin embargo, ahora las condiciones son otras y, aunque no dudamos de su “lealtad
al proceso revolucionario” su apego al nuevo liderato pudiera variar favoreciendo
o no, la gestión de un eventual nuevo gobierno.
Venezuela inicia el año 2013
en unas condiciones políticas inéditas y llenas de incertidumbre. Para el PSUV,
una inexorable cuenta regresiva ha comenzado para asumir -en caso que sea
necesario-, los mandatos constitucionales reconocidos por el Presidente Chávez
el pasado 8-D. Los factores democráticos tienen mucha responsabilidad en todo
este rompecabezas; pero de ellos nos ocuparemos en nuestra próxima entrega. Por
ahora, Feliz Año 2013.
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