En nuestro país los estudios sobre las ideas, propuestas e iniciativas vinculadas al tema de la participación popular en el proceso de emancipación no han sido relevantes. Ahora bien, con esto no quiero afirmar que el tema no haya sido abordado de manera específica; pero muy seguramente su tratamiento haya sido marginal en comparación con la visión del proceso emancipador de la antigua Capitanía General de Venezuela fundamentada en la “historia patria” y en un militarismo extremo casi providencial (bajo la figura omnipresente de El Libertador). Este enfoque omitió casi por completo otros eventos y sucesos propiciados por distintos actores colectivos y sociales que tuvieron participación e incidencia en el proceso independentista.
En un arqueo bibliográfico preliminar
y, como complemento a esta nota, podemos mencionar un trabajo orientador como
“Colectivos sociales y participación popular en la independencia en
Hispanoamérica” de Germán Cardozo Galué y Arlene Urdaneta Quintero (2006). En
ese mismo tenor se encuentra “La participación popular en la guerra de
independencia: la otra cara de la guerra civil (1812-1818) de la historiadora
Véronique Hébrard (2005) y, por supuesto también se tiene que citar en esta
revisión preliminar “Aspectos socioeconómicos de la guerra de independencia”
del propio German Carrera Damas (1972).
En cuanto al tema territorial “Los
cabildos de indios y la pedagogía política en la Venezuela colonial y los años
iniciales de la República 1691-1830” de Naudy Suárez (tesis doctoral, 2012),
así como el propio Manifiesto de las Provincias de Venezuela a las naciones
civilizadas de Europa (1819), nos ofrecen una idea de la utilización de gremios
o territorios sociales de acuerdo a los eventos de la guerra de independencia.
Otro caso lo encontramos en “Ciudades leales, ciudades patriotas en la guerra
de independencia” de la misma Véronique Hébrard (2015).
Por supuesto que estos no son los
únicos estudios históricos sobre el tema que hemos abordado, lo que nos
refuerza la idea de perfilar un proyecto de investigación sobre la acción de
los colectivos populares. Puede afirmarse que, un estudio basado en la
participación de colectivos sociales en el proceso de emancipación (1810-1821)
reúne las características metodológicas y conceptuales para el conocimiento y
la crítica histórica. De hecho, el construir un relato desde el punto de vista
“de los de abajo” o “de las bases” constituye en sí mismo una innovación en el
proceso de revisión de nuestro pasado histórico. Parece tiempo de ampliar los horizontes
conceptuales de nuestra cultura investigativa y poder comprender una herencia
que ha venido determinando el comportamiento de la sociedad venezolana.
En cierta ocasión escuché en una
entrevista que realizara Ramón Pasquier a Germán Carrera Damas, sobre el
sistema democrático en Venezuela; y donde Carrera Damas expresaba como un logro
fundamental para la construcción de la democracia en el país, la incorporación
de la mujer al ejercicio de sus derechos políticos (mediante el voto). Y
agregaba además que, para ese momento, la mitad de la población venezolana se
encontraba excluida de las decisiones políticas que eran definitorias para el
país y la propia sociedad. En otras palabras, la democracia y el Proyecto
Nacional necesitaban de la participación y la inclusión de todos.
Pienso que ese mismo principio sirve,
funciona y contribuye para la construcción de un relato histórico o de un
estudio historiográfico que trate de interpretar un evento o un conjunto de
sucesos como el proceso independentista que marcaron la trayectoria de una
población y de un país. No se persigue desarrollar una visión populista de la
historia; sino más bien incorporar el mayor número posible de intereses y
visiones porque generalmente la realidad y la historia involucran y se
construyen con base a más de un punto de vista y con más de un actor.
El estudio del proceso de
emancipación venezolana entre 1810 y 1821 realizado desde un enfoque social
facilitaría la ruptura metodológica con modelos de interpretación histórica
fundamentados en el “bronce” y, también el excesivo academicismo
documentalista; aunque en este caso y por su cualidad colectiva, el tratamiento
de las fuentes históricas requiere de un cuidado especial para evitar errores y
exageraciones en la construcción del relato histórico.
La lucha por la independencia
involucró a toda la sociedad colonial venezolana (con distintas
responsabilidades y matices) y significó un evento que sacudió la conformación
de un modelo económico-social agotado y presto a sucumbir a una propuesta
abierta al cambio hacia una nueva modernidad; cuyo reto sería superar los
déficits de una sociedad basada en la desigualdad, la exclusión y el
sometimiento. Por ende, una interpretación de la independencia basada solamente
en la sucesión de campañas y hazañas militares no se corresponde a los sueños
ni aspiraciones de cada uno de los sectores sociales (tanto de los de arriba
como de los de abajo) que participaron en la gesta libertadora.
La Batalla de Carabobo (1821) no se
tradujo en la solución de la “agenda” de reforma social que en un momento
significó como un medio articulador de los distintos sectores sociales que
participaron en la guerra emancipadora (especialmente pardos y esclavos
negros); por el contrario, dejó una serie de secuelas e insatisfacciones, que
luego y durante años, se convirtieron en el motor de las guerras civiles que se
sucedieron en el país.
Después de todo lo expuesto, quizás
valga la pena estudiar la incidencia que tuvieron los colectivos sociales como
actores, en la guerra de independencia entre 1810 y 1821.