Ayer 20 de Diciembre, hice
seguimiento a las elecciones generales de España; mediante la televisión por
cable (RTE y Antena 3), Internet y las redes sociales. España es un país del
que guardo muy gratos recuerdos y especial deferencia. Tanto el proceso
electoral español como sus resultados inmediatos nos dejan un conjunto de interesantes
apreciaciones sobre el devenir de la democracia española y los métodos que
seguramente se usarán para zanjar las diferencias entre sus actores políticos y
la ciudadanía en general.
Una primera apreciación fue el
carácter civil y ciudadano del desarrollo del proceso electoral. Durante la
realización del mismo no hubo declaraciones públicas de altos mandos militares
que reivindicaran su participación en los comicios. Y esto lo destaco porque en
Venezuela se ha vuelto una costumbre que, durante las elecciones los mandos
militares aparezcan con frecuencia en los medios de comunicación social, casi
que con afán de protagonismo.
Una segunda valoración positiva
fue el tratamiento equitativo que los medios de comunicación, tanto estatales
como privados dieron a la cobertura del evento. En efecto, pude observar en pantalla
por Radio Televisión Española (RTE) la presencia en el mismo plató de representantes
de las cuatro principales opciones políticas que rivalizaban por el voto
popular. Es decir, en el tratamiento mediático de las elecciones españolas, aparentemente,
no hubo ni censura ni “blackout” informativo sobre algunas de las opciones
competidoras.
En tercer lugar, los escrutinios de
una votación manual se mostraron en tiempo real, sin esperar tendencias
irreversibles, ni la media noche para entregar unos resultados esperados por
toda la sociedad. Esta buena práctica que también observamos recientemente en
los comicios argentinos (por mencionar otro caso; entre muchos) fortalece la transparencia
y la cercanía de un proceso ciudadano vital; mediante el cual se define los
senderos o autopista que tomará la política española en el corto plazo.
Y en cuarto lugar y, aunque
parezca una tontería, cabe destacar que las elecciones generales españolas se
desarrollaron en medio de una jornada de la liga de fútbol; es decir, no se
practicó una suspensión de eventos públicos masivos por la realización de un
proceso electoral. Por el contrario, todo deja entrever que la elección de
autoridades públicas supone un alto proceso de cotidianidad en la sociedad española.
En cuanto a los resultados de las
elecciones también nos dejan ciertas inquietudes. Veamos.
Una de ellas, es innegable el cambio
o reajuste político que se cierne sobre el sistema político español. De paso,
no creo que el sistema bipartidista haya finalizado o muerto en España como sugiere
la gran mayoría de la opinión pública y de los analistas políticos. Desde mi
punto de vista, un solo proceso electoral no determina -a priori-, la desaparición
del bipartidismo en ese país, creo, que habrá que esperar el desarrollo de la
nueva e incipiente legislatura. Sin embargo, queda absolutamente claro el
debilitamiento de las dos principales fuerzas del “sistema”: el Partido Popular
(PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
El Partido Popular con la mayor
votación, absoluta y relativa y, con 122 diputados en el Parlamento queda como
el último garante de la actual institucionalidad española. El PP ha logrado
mantenerse como primera opción política; sobreviviendo al severo plan de ajuste,
también conocido como plan de recortes que hubo de implementarse en la economía
española; así como a su firme oposición a la ruptura de la unidad
político-territorial de España. Sin embargo y, a todas luces, el Partido
Popular necesita un refrescamiento de sus figuras públicas para lograr una
mayor conexión con el electorado más joven y con los movimientos sociales de
España.
El Partido Socialista Obrero
Español (PSOE) vuelve a recibir otra derrota político-electoral, lo que nos sugiere
que su actual grupo dirigente no acierta en cuanto a la estrategia y el mensaje
para lograr una recuperación dentro del sistema español de partidos. El PSOE -en
su diatriba frontal contra el PP-, pareciera condenado (al menos en las actuales
circunstancias), a hacerle el trabajo a otros sectores sociales y partidos
políticos que aspiran impulsar un modelo de democracia hegemónica en esa
nación.
El partido PODEMOS y su
plataforma de aliados locales supo recoger en términos electorales el cansancio
y el descontento social de la crisis por la que atraviesa España. En lo
particular, llama poderosamente la atención el calado que tuvo en el pueblo
español la oferta electoral que utilizó la pobreza y la exclusión como “anzuelo”
político. Por otra parte, el Partido PODEMOS supo también canalizar el
sentimiento independentista en ciertas regiones de esa nación ibérica. Sin embargo
y, por ahora, la visión de democracia autoritaria (que subyace) en la ideología
de esa organización no ha ganado el terreno necesario.
El caso de la organización política
CIUDADANOS, resulta todo un drama político. CIUDADANOS trata de presentarse
como la organización política salvadora del sistema político español, a costa
de defenestrar a su principal defensor como lo es el Partido Popular (PP). Y justo
allí radica su principal problema de viabilidad política como proyecto. A diferencia de PODEMOS -que sí posee un
claro proyecto de sustitución de la monarquía constitucional española-,
CIUDADANOS apuesta a su defensa; pero con la exclusión de aliados naturales y
ofreciendo una imagen elitista y sectaria.
Como espectador lejano, dde otro
país, de otro continente, saludo la reciente experiencia electoral española: su
civilidad lejana de cualquier tutela militarista. Por el contrario, cercana y
transparente al ciudadano en general. Eso es muy bueno. Por lo demás, habrá que
ver el desarrollo de la nueva legislatura, que no será fácil y que plantea algunos
retos de carácter social.
En cuanto, al aspecto político,
cabría preguntarse: ¿podrá el Partido Popular entender la soledad en qué se encuentra
como único pivote de la actual institucionalidad española y emprender una renovación de su
liderazgo?. Por su parte, ¿el PSOE entenderá su verdadera importancia y función
en el sistema político español? Finalmente,
¿estaremos presenciando un necesario reajuste en el modelo político español o
simplemente el inicio del establecimiento de las bases de su disolución y
sustitución por un modelo autoritativo? El tiempo lo dirá.
@migonzalezm
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