La hostilidad con que fue recibido el acuerdo del 12N y el tratamiento
dado a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) me recordó el tono empleado por
el gobierno, para atacar a sus opositores. En efecto, el acuerdo no fue bien
recibido por una parte del público opositor que expresó su iracundia en las
redes sociales; así también algunos analistas, académicos y dirigentes
políticos (dentro y fuera de la MUD) lo consideraron como un acto de
genuflexión de la MUD y hasta una traición al pueblo venezolano.
La opción de diálogo en Venezuela es absolutamente necesaria y no
prescindible; sin embargo, confronta una serie de problemas que lo condicionan
y hasta lo obstaculizan. Esos problemas son el autoritarismo del gobierno, la
parcialidad progubernamental de algunos negociadores (Samper y Rodríguez Zapatero), la visión cortoplacista en
la solución del conflicto por sectores de la propia MUD y, la radicalización de
ciertos grupos políticos que no se identifican con ese proceso. Todo esto, en
medio de un clima político y social de crispación y conflictividad.
En el caso del diálogo y el acuerdo del 12N, las críticas a la MUD
tuvieron varios tenores; a través de las redes sociales y medios de opinión
pública; uno de ellos ha sido el uso sistemático del insulto para tratar de
desprestigiar a sus líderes. Otro tenor, algo más pintoresco, son los pronósticos
agoreros sobre el futuro del país y la descalificación de los logros de la
alternativa democrática que hacen analistas y académicos. Y en un peldaño más
arriba se ubica la crítica de los operadores políticos que vienen “rivalizando”
con la MUD y, que proponen su desplazamiento y su desaparición.
Y no se trata de que la MUD sea una plataforma política infalible y,
en tal sentido, exenta de críticas y observaciones. La plataforma unitaria
tiene asuntos internos que resolver; tales como: el ejercicio de una vocería
coherente, el mejoramiento del tema comunicacional, el restablecimiento del programa estratégico común, el reimpulso de alianzas
sociales y políticas y, la profundización
y acompañamiento de las luchas sociales y populares.
Ahora bien, ¿acaso constituyó una entrega al
gobierno y una traición al pueblo venezolano la firma de ese acuerdo? Yo pienso
que no. Por el contrario, ahora hay otro escenario útil de lucha para la restitución
del hilo constitucional en Venezuela; mediante una salida constitucional, electoral,
pacífica y ciudadana. Aquí la MUD no se ha descuidado, así la mayoría
democrática de la Asamblea Nacional declaró inconstitucional las dos nuevas sentencias del Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ) que intentan restringir derechos constitucionales; pero además
la Asamblea Nacional en el uso legítimo
de sus atribuciones declaró la responsabilidad política del ex-ministro Rafael
Ramírez por el presunto desfalco de 11 millardos de dólares en la estatal
petrolera PDVSA.
En la MUD nadie ha dicho que el diálogo descarte o
suplante otros métodos de lucha pacíficos y democráticos; sino que forma parte de esa lucha por el país que
trasciende el ataque anónimo o el texto de “política comparada” y que también
requiere de la incorporación crítica; pero honesta y sin oportunismos de todos
aquellos factores que desean un cambio político en Venezuela.
Como un simple ciudadano defiendo el diálogo como un
instrumento necesario para transitar hacia una solución pacífica a la crisis
que atraviesa Venezuela y, lo hago porque entiendo el “quehacer político” desde
una ética que supone su práctica democrática todos los días.
@migonzalezm
No hay comentarios.:
Publicar un comentario