La microhistoria, una
práctica historiográfica cuyo método se interesa ante todo y sobre todo por los
procedimientos concretos y detallados empleados por el historiador. Sin
embargo, la microhistoria no posee un cuerpo de ortodoxia establecido; sino que
pudiera ser considerada como un trabajo experimental del ejercicio de la
investigación del pasado, con una amplia relación con las ciencias sociales. La
microhistoria se ubicaría en el contexto de la denominada “nueva historia”
La microhistoria
emergió en los años setenta y, su aparición se enmarcó en el contexto crítico y
dubitativo de los valores y conceptos vinculados a la realización de los
procesos de cambio social surgidos en esa década y en la década de los ochenta.
Originalmente, los historiadores que optaron por el desarrollo de la
microhistoria fundamentaron su visión en el marxismo; intentando por esa vía
adquirir una visión más realista del comportamiento humano y/o de sus intereses
más concretos.
Un aspecto
trascendente en la conceptualización de la microhistoria y, quizás su esencia, es
la reducción de la escala de observación y de análisis. Es decir, el análisis
de la microhistoria sería “microscópico”; pero fundamentado en un estudio
intensivo del material documental referido y vinculado al problema o hipótesis
considerados en la investigación. Así, para este enfoque, un análisis a micro-escala
del objeto o problema a estudiar serviría para medir (y valorar) sus distintos
aspectos en el campo de las relaciones sociales y culturales más específicas.
Según Geovanni Levi,
el principio unificador de toda investigación micro-histórica es la creencia
que la observación microscópica develará aspectos no considerados antes, en
ciertos problemas históricos. El tema de la reducción de la escala es un
procedimiento analítico aplicable en cualquier lugar, con independencia del
objeto analizado. La reducción en la escala de observación y análisis histórico
supone la partida de un punto específico de la vida real que permitiría la
ejemplificación de conceptos generales.
Cabe agregar que, los
análisis realizados desde un enfoque basado en la microhistoria no estarían la
margen de los conceptos generales y metodológicos de la Historia como ciencia,
aunque se supondría una aplicación más flexible de los mismos. Aquí, es
necesario acotar que la microhistoria por su particularidad y su enfoque
microscópico requiere de una exhaustiva valoración documental para certificar
la validez del relato histórico que elaborará el historiador a posteriori. Un
ejemplo de esa valoración documental lo encontramos en la investigación
titulada “El Queso y los Gusanos” de Carlo Ginzburg.
Otro aspecto resaltante
de la microhistoria es su relación con el relato histórico. En realidad, esta
relación representa un asunto crucial; pues en principio, el relato histórico constituye
la conexión comunicacional entre el historiador (y su actividad investigativa) y
el mundo académico y social donde se desenvuelve. En la Historia el relato
histórico se fundamenta en las pruebas documentales, el recuento de ejemplos
concretos y mediante el uso de adecuadas técnicas de exposición y presentación.
En el binomio “Microhistoria y relato histórico" se identifican dos
aspectos básicos; a saber:
1.- La intención de
los investigadores de demostrar -mediante una relación de hechos consistentes-,
el verdadero funcionamiento de ciertos aspectos de la sociedad o de algún hecho
del pasado que pudieran ser distorsionados en su verdadera trascendencia bajo
una óptica analítica general; y,
2.- La incorporación
al cuerpo principal del relato de los procedimientos de la misma investigación,
las limitaciones documentales y otros aspectos metodológicos que fortalezcan la
veracidad del relato histórico. Así, la investigación (y sus facetas) se hacen
explícitas en la narración histórica; estableciendo un nuevo tipo de relación
entre el lector y la secuencia (acontecimiento, proceso) histórico presentado.
Un tercer asunto se
relaciona con la forma de construcción de conocimiento empleado en la microhistoria.
Al respecto, el autor nos indica que el enfoque microhistórico aborda la
construcción del conocimiento; mediante la consideración de diversos “indicios,
signos y síntomas” y de aspectos particulares e individuales ubicados en un
contexto específico definidos de manera no convencional.
Esa nueva
contextualización no convencional creada para el análisis microhistórico
trascendería su definición clásica basada en la identificación de
características comunes definidas previamente; mediante criterios de naturaleza
lingüística o cuantitativa (por ejemplo). La nueva contextualización
corresponde de manera directa a la aplicación de la escala observación y
análisis micro-focalizado, propios del enfoque.
En otras palabras, la
microhistoria crea espacios para el estudio e investigación fundamentados no
solo en similitudes asociativas socio-culturales tradicionales; sino también
con base a la actividad cotidiana, a las contradicciones e intereses específicos
de mujeres y hombres que en un contexto subterráneo e invisibilizado también hicieron
historia.
@migonzalezm
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