Un grupo de académicos y expertos vecinales ha propuesto la firma de “un acuerdo” suscrito por los aspirantes a esa Alcaldía, para resolver el problema de la gobernabilidad capitalina. El pacto se basaría en un programa elaborado por ese mismo grupo e incluiría; entre otros aspectos: la atención a los barrios, el transporte público, la inseguridad o el destino de los espacios públicos como La Carlota. Este acuerdo se encontraría en plena elaboración y, sería presentado a los distintos aspirantes en el mes de Julio, para su adhesión; so pena de recibir una “sanción electoral”, de parte del grupo proponente. Se trataría de esta manera de construir un consenso alrededor de un proyecto para Caracas.
Esta receta muestra algunas debilidades: i) se parte de una premisa falsa: la gobernabilidad democrática depende de un acuerdo de cúpulas o de élites. En realidad, la gobernabilidad si es democrática, depende de la participación popular que le otorga el sufragio, ii) la propuesta de acuerdo tendría que emerger de un proceso de consulta amplio y, no solamente de la visión privilegiada de un grupo de presión; iii) este nuevo pacto de élites constituye la reproducción del “viejo estilo de hacer política”, que tanto se crítica en Venezuela por su falta de transparencia y, que al parecer aún ofrece su resistencia; y, iv) la firma del acuerdo entre candidatos no garantiza eficacia política para establecer la gobernabilidad requerida para el proceso de transformación que tiene planteado el Área Metropolitana de Caracas. Pero entonces, ¿se puede hacer algo constructivo? Por supuesto que sí.
En principio, cualquier grupo de ciudadanos puede emprender iniciativas políticas. Eso es un derecho humano fundamental e indiscutible. Empero, si realmente se desea crear las bases para un proceso de compromiso político para la transformación de Caracas, habría que articular espacios de encuentro con vecindades y comunidades organizadas, con consejos comunales y con movimientos sociales; es decir, con la población que recibiría los supuestos beneficios de un “pacto de gobernabilidad”.
¿Por qué la academia no puede salir de su torre de marfil y compartir –con humildad y franqueza-, las luchas del ciudadano común? ¿Acaso no se confía en la participación de la población para realizar un proceso de cambio? Académicos y especialistas tienen una magnífica oportunidad de incorporarse, ya, justo en este momento a la lucha vecinal, alrededor del uso de los espacios públicos en la ciudad; tales como: La Carlota, la ampliación del Parque del Oeste o de la zona protectora de Caracas.
Nos parece errado, la pretensión de resolver los problemas sociales y urbanos del Área Metropolitana de Caracas; con base a un “acuerdo de élites”. El “pactismo cupular” suele conducir al establecimiento de mecanismos de negociación excluyentes, que terminan favoreciendo a sectores muy particulares y privilegiados.
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