martes, noviembre 12, 2024

Un comentario sobre la victoria de Trump

 

El triunfo de Donald Trump significó el deseo de cambio de los estadounidenses ya cansados de un gobierno valorado como como incapaz. Quizás el tiempo del liderazgo mundial indiscutido de los Estados Unidos de América ya pasó, y ahora lo indicado sea atender con eficacia sus problemas domésticos como la emigración, la seguridad y la economía, por ejemplo.

Trump, o cualquier líder político, siempre serán polémico pues escalar a la jefatura de gobierno de los Estados con mayor desarrollo económico, poderío militar avance tecnológico no es cualquier cosa. Sobre todo, considerando la trayectoria de los Estados Unidos tanto en su evolución como nación libre, capitalista y democrática como su incidencia en el ámbito de las relaciones internacionales.

Por supuesto, los tiempos han cambiado, y las relaciones internacionales también. Ahora, China de presenta como un serio rival de Estados Unidos para asumir el liderazgo político, acaso ya no lo hizo en ciertas regiones del planeta como África. El BRICS es otra alternativa multilateral (encabezada por India, China y Suráfrica) que pretende desplazar al patrón dólar estadounidense de la hegemonía del mercado. Además, la presunción de la Unión Europea de no ser afectada por las medidas que pudiera adoptar Trump también forma del paquete internacional.

Es por ello que la atención del nuevo gobierno de Trump deberá dedicar su énfasis a fortalecer la identidad de los Estados Unidos y recuperar su potencialidad económica. Se trata de proteger a América, y de relanzar a esa a esa nación lo cual parece absolutamente razonable. Si el presidente Trump se aparta un poco el micrófono y se dedica y focaliza sus capacidades gerenciales a impulsar su proyecto de gestión hará un gran gobierno.

El tema de inmigración es un aspecto trascendente para el país del norte. Y en realidad acoger diariamente a miles de migrantes es una situación insostenible, tanto para el Estado receptor como para la persona que intenta llegar al “sueño de una vida mejor”. Y aunque suene duro y poco grato los recursos para atender los problemas públicos son limitados y compiten entre sí. En otras palabras, los recursos públicos dirigidos a atender la migración extranjera se restan a otros sectores de actividad estatal. O si se quiere, los legítimos derechos humanos no son gratuitos y tienen un coste presupuestario y financiero que alguien tiene asumir.

La problemática de los emigrantes es un tema internacional. Así como los Estados Unidos lo padecen a diario en la Unión Europea ocurre igual. Una oleada humana necesita, urgida y en búsqueda de mejores opciones para su vida se desplaza de África y cerco oriente hacia Europa o también de los países suramericanos hacia los Estados Unidos. ¿Son las deportaciones la política pública adecuada? ¿O mejor se ensaya con la transferencia de inversiones hacia las naciones que generan migración? En todo caso, siempre asoma en ambas alternativas de política, un coste político para el Estado receptor que se encuentra en la indefectible obligación de defender a su pueblo y su soberanía.

Creo que Donald Trump va a estar bastante ocupado en atender la agenda de asuntos pendientes de los Estados Unidos; una agenda cuya atención es impostergable.



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